Opinión

12.May.2020 / 08:31 am / Haga un comentario

Foto: Referencial

Por : Alfredo Carquez Saavedra

 

La Operación Gedeón, intento de incursión frustrado en las costas de los estados La Guaira y Aragua, marcarán la agenda política de las próximas semanas, no solo en Venezuela, sino también en Estados Unidos, Colombia y naciones como Cuba, China y Rusia.

El rotundo éxito del Gobierno Bolivariano, que debería ser oportunamente aprovechado desde el punto de vista político, comunicacional y diplomático, también pareciera traducirse en un hito que marcará aun más las profundas diferencias existentes en el seno de la oposición venezolana. El desprestigio de Juan Guaidó sigue agravándose, situación que pudiera obligar a Estados Unidos a buscar otro candidato a sentar en Miraflores.

Esta agresión organizada bajo el amparo del gobierno de Iván Duque, alimentará titulares y notas en las que se mezclarán, en una especie de atractivo cóctel informativo, detalles relacionados con armas, millones de dólares, narcotráfico, documentos, negativas, intrigas, traiciones y nombres, muchos nombres.

Esto obedece a su alto impacto noticioso internacional, especialmente por el protagonismo en la trama de un exboina verde (Jordán Guodreau) y la captura de dos mercenarios, también estadounidenses. Tal suceso casi coincide con la conmemoración de los 59 años de la derrota de la invasión (también mercenaria y también auspiciada por la Casa Blanca) de Playa Girón.

Pero además, esta acción fallida también hace recordar las desventuras del filibustero de mediados del siglo XIX, William Walker, famoso por sus deseos de ver anexada a Cuba, Sonora, Baja California y Nicaragua, a Estados Unidos.

Walker, quien apoyaba el sistema político y económico esclavista de los estados del sur estadounidenese, soñaba con una Centroamérica poblada por angloparlantes blancos. Este aventurero comandó tres expediciones armadas en contra de Nicaragua. En una de estas incursiones tomó parte de una guerra civil en respaldo de uno de los dos presidentes del momento. El aventurero gringo que llegó para “ayudar” terminó ejerciendo el mando del ejército y, finalmente, la presidencia del país por unos cuantos meses.

Su indeseada presencia en la región generó la alianza de Honduras, Guatemala, Costa Rica y El Salvador y sus correríos terminaron ante el paredón de fusilamiento, en Trujillo, Honduras, en 1860.

En el caso venezolano, si alguien sufrió (y sigue en eso), una dura derrota en las playas de Chuao, es Guaidó. Su frágil prestigio ya venía en picada desde hace días golpeado por una serie de informaciones “surgidas” desde sus propias filas.

Casi simultáneamente las agencias de noticias AP y Reuters “revelaron” la existencia de Jordan Goudreau, de un contrato para realizar acciones de guerra contra Venezuela y la intención de pagar dietas de hasta 5 mil dólares a algunos de los diputados en nómina de Guaidó, es decir, de Trump.

Acto seguido el exmilitar fugado Cliver Alcalá Cordones lanzó al mundo -primero en entrevista radial y luego por TV- una serie de acusaciones contra el autojuramentado y sus colaboradores, para luego se “extraditado” desde Colombia a Estados Unidos.

Y finalmente -en medio de la derrota de los comandos de Gedeón, Goudreau denuncia el incumplimiento contractual y el impago de millones de dólares a SilverCorp por parte de Guaidó. Y como si fuera poco el mercenario hizo público el documento en castellano e inglés firmado por todas las partes.

¿Cuál será la reacción de la oposición venezolana? En lo inmediato habrá que ver si sus dirigentes marcan distancia de los grupos armados que le pelean el liderazgo ante el segmento de opinión pública en el cual tienen ascendencia. ¿Se profundizarán las divisiones internas en partidos como AD, Primero Justicia, UNT y Voluntad Popular ante la disyuntiva de si apoyar o no nuevas acciones armadas?

No sabemos, pero lo que si resulta claro es que el tiempo de Guaidó ya pasó y que no sería extraño que desaparezca poco a poco con la intención de disfrutar -con los bolsillos llenos- de un retiro anticipado.

El éxito alcanzado por el Gobierno Bolivariano al infiltrar, desarticular y anular la Operación Gedeón, es un ejemplo vivo de la eficacia de la unidad cívico-militar en lo que respecta a la defensa de la soberanía nacional. Y así debe ser publicitada. Sin duda esta victoria refuerza la moral y la cohesión del chavismo en momentos tan difíciles como los que estamos viviendo.

Alfredo Carquez Saavedra
alfredo.carquez@gmail.com

 

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