Eduardo Marapacuto

  • Pijamadas de la resistencia

    En el marco de una profunda visión cuántica, la oposición venezolana ha dado saltos asombrosos en la construcción del conocimiento sobre la realidad destellante. Precisamente, la acumulación de grandes referentes teóricos les ha permitido moverse por los constructos de la verdad infinita y desde allí proponer a la humanidad y a las ciencias sociales nuevos paradigmas de lucha y resistencia. En ese sentido, las “Pijamadas de la Resistencia” rompen la estructura molecular de las formas de protesta e introducen en el campo de las ciencias elementos de alcance científicos. De verdad, ni los fenicios, ni los griegos, ni los romanos, lograron vislumbrar esta forma de protesta; de allí que se trata de un gran acontecimiento científico que estará en el debate mundial y cuidado también si el mismo no alcanza los espacios intergalácticos.
    Imagino que Copérnico, Newton, Lavoisier y Einstein, estarán asombrados por tan magno descubrimiento, que va permitir a la humanidad construir los cimientos firmes para lograr los sueños de la vida. Con las “Pijamadas de la Resistencia”, ha muerto la utopía y ahora se abren nuevos horizontes de luz y de sapiencia. Igualmente deben estar asombrados esa estela de grandes pensadores como Sócrates, Platón, Maquiavelo, Thomas Hobbes, Rousseau y Jhon Locke, por tan grandiosa idea. Cuánto se hubiera ahorrado Maquiavelo al proponer en su obra otras formas de lograr el poder. Una Pijamada era suficiente y el príncipe lograba el poder. Para Rousseau hubiera sido el contrato social perfecto, porque la unidad entre sociedad civil y sociedad política, se lograría en una carpa y con ropas ligeras. Se Imaginan ustedes que en vez de “La República”, Platón hubiera escrito “La guarimba y las Pijamadas de la Resistencia”. Eso hubiera sido asombroso y la política y la filosofía serían otra cosa. Otra fuera la historia.

    Imagino a Marx, Engels y Lenin, discutiendo sobre este nuevo paradigma propuesto por la oposición venezolana, que ha revolucionado el campo de la ciencia política y desmoronado todas las teorías sobre el poder. Qué tal si en vez de Engels, el amigo de Marx hubiera sido Antonio Ledezma, Capriles Radonsky o el ex alcalde guarimbero de San Cristóbal, el Manifiesto comunista diría al final: empijamados del mundo, uníos.