Opinión / Noticias
Alfredo Carquez Saavedra
El expresidente estadounidense, Donald Trump, sorprende nuevamente al mundo con sus contradicciones. Resulta esta vez que el magnate, destacado representante del capitalismo especulador, financiero y salvaje, acaba de renunciar al sindicato de actores de Hollywood, decisión apresurada para anticiparse a su segura expulsión.
Trump debe buena parte de su fama por el rudo estilo que aplicaba al despedir en vivo y en directo a los “perdedores” que participaban en su famoso programa de televisión (The Apprentice), grosera práctica que mantuvo al echar de sus cargos -vía twitter- a muchos de sus colaboradores durante su estadía por la Casa Blanca. Pues bien, en esta oportunidad el empresario-sindicalista prefirió evitar el bochorno de ser echado de la citada organización que reúne cerca de 100 mil afiliados.
Con su salida, el héroe del “gang” Guaidó se pierde el plan de pensiones que le cubría ser parte de un sindicato. Tal vez no lo pensó bien. Muchos dirán que no le hace falta. Pero leo por ahí que quien era hasta hace poco la esperanza de la derecha venezolana, no anda muy bien en el plano financiero, ni personal ni empresarial.
Según una investigación realizada por un diario estadounidense, Trump deberá pagar cerca de 24 millones de dólares en deudas acumuladas y sus negocios hoy día arrojan números negativos. Para colmó la ciudad de Nueva York no quiere nada con él ni con su empresa así como tampoco los organizadores de los torneos de golf que utilizaban sus campos y mucho menos el banco que tradicionalmente le había prestado fondos para refinanciar sus pasivos.
Como no acostumbro a hacer leña del árbol caído, aquí le dejo un consejo a Donald: llame, sin pena a Juan, quien, gracias a Usted, si que tiene plata de sobra. Tal vez le presta un poquito, como agradecimiento de haberlo convertido de pobre a millonario. Eso si, procure que Biden no se entere para que no se le enrede más el papagayo a su otrora pupilo, el rey de Narnia.
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