Opinión / Noticias
Golpe de timón significa cambiar de dirección. Debe notarse la variación en el rumbo para que la gente sienta que la cosa va por donde tiene que ir. En el caso de la comunicación, que es buena parte de la realización de la política, es preciso olvidar un poco las prácticas mecánicas de “informativismo” oficial o “propagandismo” partidista. Cada cosa en su sitio y en su dimensión. Pero la comunicación pública, que ya no de masas, debe mostrarse como verdadera comunicación política. Y esto no es otra cosa que comunicar (se) desde el sentido de la gente.
Como he dicho en otros artículos, en la política se trata de estar en sintonía con el sentir del pueblo. De nada vale en política tratar de imponer una agenda que realmente es ajena a la vida cotidiana. Incluso las grandes agencias de comunicación y publicidad, al “imponer” sus mensajes, lo hacen tomando los elementos de sentido que circulan entre los públicos, para así ser efectivos. Así es que cuando lo que afecta la vida diaria de las personas, lo que siente el pueblo en la piel y en el estómago es la guerra de los productos básicos, es la cola, el bachaqueo y el bachaquerismo, entonces la comunicación tiene que hacerse “de y desde” la cola. Hacerse de y sobre el acceso a los productos básicos. Si la gente siente que el Gobierno va por un lado distinto a las cosas que nos aquejan, realmente es bien difícil reagrupar y repolarizar las voluntades políticas.
Ahora bien, partiendo de este principio, se abre un compás de direcciones: la disposición de las informaciones de interés público en torno a los efectos de la guerra y su combate. La gente quiere ver y oír qué pasa con sus problemas. En segundo y principal lugar, la construcción subjetiva en lo social y político, esto es, la comunicación en valores. Una robusta campaña de valores es necesaria para acompañar las luchas políticas. La gente siente que, al tiempo que se deteriora la base material económica, también se deprime el universo de valores de la sociedad. La juventud se imbuye de conductas como el bachaqueo y el bachaquerismo, la supervivencia del más fuerte o el más vivo, el individualismo. Asimismo, mientras se combate y mejora la situación económica, se debe impulsar el cambio en la actitud frente a la realidad.
La construcción de una base sólida, ética y moral, que se active en la defensa de un proceso político, debe surgir de la comunicación en torno a los problemas básicos junto a una fuerte promoción y demostración de los valores nuestros: la solidaridad, la justicia, la humildad, el trabajo, la cooperación. Ojo: no es necesario adosarle “socialista” a la palabra valores para que funcione.
ÁNGEL DANIEL GONZÁLEZ
letraordinaria.blogspot.com
@AngelDanieI