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2.Feb.2021 / 11:47 am / Haga un comentario

Foto: VTV

La vacuna rusa Sputnik V es segura y muestra una eficacia del 91,6% en todos los grupos de edad, según resultados preliminares del ensayo clínico en fase III publicados hoy en The Lancet. Esos resultados proceden del análisis de casi 20.000 participantes, el 75% de los cuales recibieron dos dosis de la inmunizable.

Los investigadores han comprobado que este fármaco logra generar una respuesta inmunitaria robusta contra la Covid sintomática.

La vacuna, cuyo nombre científico es Gam-COVID-VAC, sigue la misma estrategia que las preventivas de AstraZeneca y Oxford, Johnson & Johnson o CanSino Biologics: se basa en un adenovirus, modificado genéticamente para que no pueda generar infección ni provocar enfermedad, que, como si fuera un caballo de Troya, transporta en su interior material genético de la proteína S del SARS-CoV-2. Cuando penetra en las células humanas, libera ese material genético y provoca que las células comiencen a producir proteína viral, lo que atrae al sistema inmunitario que orquesta un ataque contra ellas y las destruye.

En el caso de la vacuna rusa, en lugar de utilizar un solo tipo de adenovirus, como hacen las otras inyectables, emplea dos: el Ad26 y el Ad5. Los científicos del Centro Nacional de Investigación en Epidemiología y Microbiología Gamaleya, de Rusia, argumentan que esta estrategia puede contribuir a crear una respuesta inmunitaria más robusta, en comparación con la que generaría usar el mismo vector dos veces, puesto que de esta forma -alegan- se minimiza el riesgo de que el sistema inmunitario desarrolle resistencias al primer adenovirus.

«Demuestra ser una estrategia más eficaz que la de Oxford y AstraZeneca», considera Julià Blanco, investigador del Institut Germans Trias i Pujol a IrsiCaixa, que no ha participado en este estudio. «Utilizar dos vectores virales puede evitar que la respuesta inmunitaria que se genera contra el adenovirus afecte a la segunda dosis de vacuna», añade y recuerda que en el caso de Oxford y AstraZeneca, un error en el diseño del estudio provocó que un grupo de individuos recibiera la mitad de la primera dosis y la segunda dosis completa. Y fue en este grupo, al que le faltaba media dosis, donde la eficacia de la vacuna fue más alta.

«Eso se explica probablemente porque la primera dosis no solo genera una respuesta contra la proteína S, sino también contra el virus que la transporta, el vector, de manera que cuando das la segunda dosis, la propia respuesta inmunitaria la bloquea».

El ensayo de fase III
Entre septiembre y noviembre pasados, los investigadores pusieron dos dosis de la vacuna, primero una de Ad26 seguida 21 días después de otra de recuerdo de Ad5 a 16.501 voluntarios. La muestra incluía diferentes grupos de edad, también a mayores de 80 años, así como a personas que presentaban enfermedades de base consideradas factor de riesgo para sufrir una forma más grave de Covid.

Los autores vieron que -y de forma importante- en todos los grupos de edad la vacuna ensayada lograba generar anticuerpos neutralizantes contra el SARS-CoV-2. Además, producía una respuesta de linfocitos T, un tipo de células de defensa que se encargan de atacar y eliminar las células humanas infectadas, y que generan memoria inmunitaria protectora frente a potenciales futuras reinfecciones.

La inmunidad se conseguía 18 días después de haber recibido la primera dosis. La vacuna produjo efectos secundarios leves en los participantes, como dolor en el lugar de la inyección y cansancio.

“Nuestro análisis del ensayo en fase III de Gam-COVID-Vac en Rusia […] muestra una alta eficacia de la vacuna, inmunogenicidad [induce una respuesta inmunitaria] y una buena tolerancia en participantes mayores de 18 años”, afirma en un comunicado de prensa Inna Dolzhikova, coautora del estudio.

“Los resultados que aquí aportan son claros y el principio científico de vacunación queda demostrado, lo que significa que ahora otra vacuna puede unirse a la lucha para reducir la incidencia de Covid-19”, aseguran en un artículo complementario en The Lancet Ian Jones, catedrático de la Universidad de Reading, y Polly Roy, de la Escuela de Medicina Tropical e Higiene de Londres.

VTV

 

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