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28.Feb.2018 / 02:43 pm / Haga un comentario

Foto: Prensa Presidencial

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Febrero tiene una cualidad histórica particular, esencialmente venezolana: es el mes donde se define el año político.

Así ha sido desde 1989, cuando un 27 de febrero por la mañana la sublevación del pueblo caraqueño, impulsado por el envión de Guarenas, volteó el recorrido de tres décadas en adelante en cuestión de instantes.

El curso de la historia reciente se ha encargado, una y otra vez, de remarcar esa continuidad y, sobre todo, la herencia -con sus dignos dolores a cuestas- de haber quebrado el proyecto neoliberal del «fin de la historia» en suelo local; el detonante que dio razón de ser al chavismo como fuerza política. Y ese atrevimiento todavía hoy nos lo siguen cobrando.

Los peores años del proceso son sin duda aquellos que tienen a febrero como punto de inicio de guarimbas e insurrecciones armadas. Para muestra un botón: porque picaron adelante en febrero, hoy acusamos recibo en el estómago del brutal ataque contra el país durante los intentos golpe de Estado de 2014 y 2017.

Vaya un dato no menor para su valoración: según el arduo trabajo de los mayordomos de la guerra contra Venezuela, porque no se puede decir que no le han entregado la última etapa de su vida a gestionar una intervención militar, hoy el chavismo debería ser tan sólo un recuerdo de lo que no debería repetirse en ninguna latitud planetaria.

Los sueños de Julio Borges aún no encuentran pista de aterrizaje. Y de eso sí podemos culpar enteramente a Nicolás Maduro.

Una guerra fratricida sin retorno aparente era lo menos que esperaban a estas alturas del partido quienes han invertidos miles de dólares en aplastarnos.

Pero ni uno ni lo otro ocurrió, y de ñapa este febrero somos nosotros quienes picamos adelante.

Contra todo presagio apocalíptico, el chavismo vuelve a las calles para respaldar la candidatura de Nicolás Maduro, como lo hiciera hace cuatro años con el nudo de la muerte de Chávez atorado en la garganta.

Y vaya ahora sí el dato sentimental: seguimos surfeando con inteligencia la oleada de muerte y exterminio que hoy recorre el planeta entero. Y es ahí donde Nicolás sigue dando lecciones a escala regional y mundial de cómo es que se gobierna con la oligarquía mundial sublevada y viniéndose de frente.

Desde ese momento cumbre de Chávez dándonos la orden, todo ha sucedido, y es la obstinación de volver a nuestras claves históricas el refugio que hoy sigue impidiendo la estocada final. En el verbo de Chávez aquella fatídica noche nos volvemos a ver las caras.

El peso de la élite financiera mundial sobre nuestros hombros todavía no ha mellado en las sonrisas y la alegría del pueblo, en toda ese amalgama de vitalidad que define por excelencia al chavismo.

Como extremadamente duro y difícil podemos definir el presente, no puede ser de otra forma si vemos por el retrovisor el acumulado de juegos peligrosos que comenzó a jugar el adversario desde el día uno de Nicolás como presidente.

Y vaya una insistencia final: si fue en este suelo que pisamos donde se produjo la primera grieta del sistema capitalista global y su proyecto del «fin de la historia», culminemos esa tarea, por el futuro y nuestros hijos y nietos por venir. Que ya a estas alturas tenemos una certeza: Maduro no echa para atrás ni un centímetro.

Misión Verdad

 

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