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15.Feb.2021 / 09:01 am / Haga un comentario

Varios días han pasado desde que Joe Biden dio su primer discurso como Presidente en ejercicio de los Estados Unidos. Allí, entre otras cosas, eligió como idea central de su pieza oratoria: “Empezar de nuevo”, mientras lejos del Capitolio, en renuncia ya anunciada, el Presidente saliente Donald Trump se despedía con un lacónico: “Volveremos de alguna manera”. Nunca antes como el pasado miércoles 20 de enero de 2021 una transmisión de mando presidencial en los EEUU había mantenido en vilo a todo el planeta. La carga comunicacional que disparaban los medios era que cualquier cosa podía pasar, y no era para menos después de los violentos y masivos acontecimientos del 6 de enero del presente año, conocidos como la “Toma del Capitolio”. Lo que nunca se creyó posible, sucedió; y desde ese momento la nación norteña no sería más la misma. Biden lo sabe y por eso dice en su primera alocución como Presidente en funciones que hay que empezar de nuevo.

Es decir, lo hecho, lo andado hasta ahora en los últimos cuatro años no ha servido. Esto lo dice quien es un prohombre del establishment, que fue congresista cerca de cuatro décadas y estuvo ocho años como Vicepresidente del gobierno de Barack Obama. Resulta que él es parte de ese legado; fue constructor de una estructura de poder que es una hechura de Demócratas y Republicanos. Es una construcción política, económica, social y cultural que constituye el alma, la esencia del ser norteamericano, herencia irrenunciable de los Padres Fundadores de la nación estadounidense. Se trata de la cómoda, evasiva y engañosa manera que la moneda bipartidista, una vez lanzada al aire, cuando cae, lo hace del lado demócrata o del lado republicano. Buenas y malas circunstancias según lo indique la cara de la moneda ganadora y que se turnan cada cuatro años u ocho si son reelectos en este juego de tronos donde el único perdedor es el pueblo.

Pero esta vez no fue tan sencillo repetir la conocida jugada pues el miércoles 6 de enero, con el Capitolio en manos de una tumultuosa y acusadora masa de manifestantes republicanos, se dio la señal de que algo no funcionaba. Ello dejó ver con claridad que se había roto el hechizo. Por lo tanto Biden encuentra una sociedad produndamene fracturada de lo cual él es corresponsable, una economía en serios aprietos recesivos y para la cual plantea un paquete de auxilios financieros de 1.9 billones de dólares que tratará de aliviar el golpeado poder adquisitivo del pueblo norteamericano, cuyos niveles escandalosos de desigualdad se profundizan cada día más. Este salvavidas financiero lo trata de implementar el mismo personaje que en la crisis bursátil y financiera de 2008, junto con su jefe Barack Obama, dispuso de una cantidad también billonaria de billetes verdes para auxiliar a las grandes corporaciones bancarias privadas que habían caido en bancarrota. Y entonces pasó algo insólito para la visión liberal clásica del Estado capitalista norteamericano: fue precisamente el gobierno quien salió a rescatar a los corruptos y mafiosos banqueros que por medio de la estafa colectiva habían creado una inmensa burbuja inmobiliaria y financiera construida sobre el engaño y la mentira colectiva, una gran ilusión de prosperidad que se rompió como pompa de jabón ante el inmenso desfalco de los dineros de millones de ahorristas. Según señala Joseph Stiglitz (Premio Nobel de Economía 2001) esta súper crisis bancaria-inmobiliaria-financiera dejó en la calle a diez millones de familias que perdieron sus viviendas.

Dicen que la Historia se repite una vez como farsa y otra vez como tragedia. En 2008 la farsa, el engaño, la estafa, personificadas por los grandes banqueros y el gobierno del Presidente Obama y su Vicepresidente Biden. Hoy la tragedia tiene a Biden como Presidente en Ejercicio y Obama moviendo los hilos detrás del trono. Ambos amparados por el Partido Demócrata, la moneda bipartidista de las dos caras que se despacha y se da el vuelto.

En realidad, pareciera que no hay mucho que esperar en cuanto a cambios de fondo o perspectivas esperanzadoras. Todo esto define al Joe Biden que hoy llega diciendo que hay que empezar de nuevo. Pero el que se despide, Donald Trump, hizo también lo suyo: deja un país profundamente dividido, una sociedad internamente fracturada, una economía severamente comprometida y sin embargo lo votaron 75 millones de estadonidenses. Por supuesto, consciente de tales números, como es su costumbre dijo “regresaremos de alguna manera”. Y en este ir y venir de acelerados acontecimientos, el pasado lunes 25 de enero se dieron en el Congreso las primeras iniciativas de los demócratas para concretar el “impeachment” mediante la acusación de “incitar a la insurrección”. Sin embargo, en la votación para aprobar esta medida acusatoria, contra todos los pronósticos de 50 votos republicanos 45 lo hicieron a favor de Trump, con el argumento simple pero contundente que no puede aprobarse un jucio político o “impeachment” a quien ya no es Presidente en ejercicio. Así planteadas las cosas, parece que tal jugada política no será “pan comido”. En este sentido llama poderosamente la atención la reunión que, según informa la cadena televisiva FOX News, sostuvieron el líder de la minoría republicana en la Cámara de Representantes Kevim McCarthy y Trump para estudiar “cómo el partido puede lograr la mayoría en los comicios legislativos en el año 2022”. El Presidente Trump se comprometió a ayudar a los Republicanos en la cámara y al Senado en 2022, creando para tal fin el Comité de Acción Política “Mr. Trump’s Save America”, según confirmó el legislador McCarthy.

Mientras esto sucede en el tinglado político, el flagelo del COVID-19 sigue su mortífera “razzia” aumentando de manera exponencial tanto a los contagiados como a los fallecidos. Tenemos entonces una economía en graves aprietos en cuanto al nulo crecimiento que se refleja a su vez en la creciente y acelerada pérdida de puestos de trabajo, la veloz caída del poder adquisitivo de la clase trabajadora estadounidense, el muy serio déficit de viviendas, las cada vez más grandes dificultades para acceder a la educación; todo lo cual configura un incierto futuro como país. Si a esto añadimos la profundización de la fractura social, tenemos todos los ingredientes para incentivar la conflictividad expresada en lo económico, político, social y cultural. Por lo tanto, armar de nuevo tan endiablado rompecabezas no será tarea sencilla; y no lo será pues los nuevos ocupantes de la Casa Blanca son corresponsables estructurales de este desastre nacional e internacional. Se trata de un simple recambio de actores, pero la comedia es la misma. Y es aquí donde los nuevos símbolos expresados en la actual agenda mediática juegan su papel: el mensaje conciliador a las minorías latinas y afroamericanas “representadas” en los nuevos funcionarios, desde la Vicepresidenta hasta otros prominentes burócratas del entrante Gobierno Demócrata. Igualmente destaca el “sentimiento latino” expresado en la nueva política migratoria, el discurso “comprensivo” hacia los trabajadores y trabajadoras relativo al aumento del salario mínimo y planes de macro-inversión para aliviar el desempleo. Y nuevamente lo simbólico se destaca con la presencia de un busto del líder sindical de ascendencia mexicana César Chávez en el Despacho Oval de la Casa Blanca. Es la habilidad política, la astucia partidista, el juego de luces y sombras mientras no sea necesario que hable la pólvora.

La estructura de Demócratas y Republicanos, aunque golpeada, seguirá manejando la gran política con mano de hierro para no permitir en la medida de lo posible que se armen otros juegos y posibilidades fuera de su redil bipartidista. Esto plantea grandes interrogantes para los movimientos sociales que hacen vida en la sociedad estadounidense: ¿qué hacer, cómo organizarse, con qué ideas y planteamientos llegar a las bases populares de demócratas y republicanos, de afroamericanos, de latinos de todas las nacionalidades, de movimientos organizados de artistas, intelectuales, gremios y sindicatos de trabajadores y trabajadoras? ¿Esta profunda fractura social y polarización de la sociedad de los EEUU puede convertirse en una oportunidad para aglutinar a un novedoso y variopinto conglomerado de voces, sentidos e ideas que puede expresar organizativa y políticamente esta esperanza, este sueño alternativo?

La Historia no se detiene y ella pareciera indicar que al comienzo de la tercera década del Siglo XXI se abren nuevas situaciones, nacientes esperanzas de un futuro más incluyente, más justo y solidario, amante de la paz y el respeto entre los pueblos del mundo. Creemos firmemente que la lucha por la paz, la justicia y el respeto a la auto-determinación tomarán nuevos bríos en este trascendente momento histórico y el pueblo estadounidense en lucha no será una excepción. Así será por el bien del género humano que haga posible la preservación planetaria de la vida.

¡2021: AÑO BICENTENARIO DE CARABOBO. LA VICTORIA ES NUESTRO SIGNO!

¡SOLIDARIDAD CON EL PUEBLO NORTEAMERICANO EN LUCHA!

¡JUNTOS NOS CUIDAMOS. UNIDOS NOS SALVAMOS!

¡INDEPENDENCIA Y PATRIA SOCIALISTA. VIVIREMOS Y VENCEREMOS!

Orlando Castillo– Exconstituyente por el Sector Trabajadores. Miembro del Consejo Consultivo de la CBST.

 

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