Opinión
Por: Carlos Ramírez
Castigan a nuestra democracia y castigan a nuestra gente. Los países del primer mundo no aceptan que su democracia, que nació como un artefacto liberal en sociedades gobernadas por élites, cambió. Que esa democracia donde eran los iguales –pero los iguales a las élites– los que tomaban las decisiones, evolucionó.
Es etnocentrismo lo que hacen los países del primer mundo cuando nos dicen que es dictadura todo lo que no se parezca a lo que ellos conocieron como democracia. Ellos hacen como los demócratas sofistas en tiempos de Sócrates, que definían lo justo como lo que convenía al poderoso. En la Venezuela anterior a Chávez, pasaba exactamente lo mismo. La democracia era de y para las élites, y lo justo, simplemente, lo que dictaba el poderoso. En esa inversión consistió nuestra Revolución. En proponer al mundo, al lado de esa democracia corrupta, otra. Una, donde lo justo y lo bueno estuviera puesto en función del bienestar del pueblo.
La guerra contra la democracia venezolana es una guerra contra todos los venezolanos, no solamente contra su Presidente y su Gobierno. Sus ilegales sanciones duelen a todo el pueblo, y sus efectos nos atraviesan e impactan en el normal devenir de nuestra cotidianeidad. Pero resistiremos, y levantaremos nuestras ansias de libertad con el mismo orgullo con el que los bolivarianos contamos nuestra historia. Resistiremos, porque para los venezolanos hacer democracia es también hacer patria. Vale decir, hacer que las decisiones que son fundamentales para nuestro buen vivir puedan ser tomadas por los venezolanos y en Venezuela.
La democracia etnocéntrica, la anglosajona, asume que la democracia debe ser impotente. Que debe rendirse a las decisiones de unos pocos poderosos, para que sean ellos y solamente ellos los que determinen y fijen lo que es bueno y lo que no. Nuestra democracia en cambio es simplemente pueblo. Nuestra democracia es mujer, indígena y afro, es pobre y es rica, es del llano y es del trópico. Nuestra democracia es poder constituyente en pleno funcionamiento y permanente reconstrucción. Porque para nosotros la revolución comienza a diario. Porque para nosotros, revolución es cambio permanente.