Opinión / Carlos Sánchez

4.Abr.2014 / 04:29 pm / Haga un comentario

Foto: archivo

Monseñor Diego Padrón, por medio de esta carta me permito responderle al panfleto que los directivos de la conferencia episcopal venezolana publicaron en los medios. Usted se preguntarán en nombre o en representación de quien le escribo, pues en nombre de tantos católicos practicantes que estamos indignados porque ustedes, en vez de preocuparse por tantos problemas que sufre nuestra fe católica en Venezuela, están más pendientes de los problemas políticos partidistas.

Ahora bien, también seguramente usted se preguntará acerca de quienes me dieron esa representación a la que hago mención. Pues nadie me ha dado dicha representación. Así como ni un solo católico de Venezuela le dio a usted representación alguna para ejercer la política en nombre de los católicos. Aún más, ni un solo fiel católico de Venezuela ejerció derecho al voto alguno para elegirlo a usted como presidente de la conferencia episcopal. De manera que, en cuanto a representación estamos al mismo nivel.

Antes que nada quiero aclararle, que soy y siempre seré un fiel cristiano, de nuestra iglesia cristiana católica apostólica romana, a la cual respeto y acepto como la depositaria de la fe de nuestro Señor Jesucristo. Nuestra Iglesia no tiene la culpa de que tengamos malos representantes en algunas naciones de nuestro planeta y tampoco tiene culpa de los errores cometidos por nuestros pastores. De manera que el presente escrito no tiene que ver en absoluto con la religión. Pero sí tiene que ver con política. Y como el panfleto por ustedes escrito, es un panfleto político, entonces es en esos términos que les respondo. Así que esto no se trata de ataques a nuestra fe.

Aclarado el contexto de este escrito, comienzo por citar un extracto del panfleto que dice:

“2. Causa fundamental de la actual crisis es la pretensión del partido oficial y autoridades de la República de implantar el llamado “Plan de la Patria”, detrás del cual se esconde la promoción de un sistema de gobierno de corte totalitario, que pone en duda su perfil democrático; las restricciones a las libertades ciudadanas, en particular, la de información y opinión; la falta de políticas públicas adecuadas para enfrentar la inseguridad jurídica y ciudadana; los ataques a la producción nacional, que ha conducido a que en nuestro país hoy se haga necesaria la importación de toda clase de productos; la brutal represión de la disidencia política; el intento de “pacificación” o apaciguamiento por medio de la amenaza, la violencia verbal y la represión física. “

Lo primero que ustedes señalan allí es la causa de la crisis. Entendiendo que tanto los mandamientos, como los evangelios, como el derecho canónico, así como el catecismo de la iglesia católica les exigen a los cristianos actuar siempre apegados a la verdad, y sobre todo a no hacer juicios temerarios, lo cual significa un grave pecado, así en el catecismo expresa que:

“2476 Falso testimonio y perjurio. Una afirmación contraria a la verdad posee una gravedad particular cuando se hace públicamente. Ante un tribunal viene a ser un falso testimonio (cf Pr 19, 9). Cuando es pronunciada bajo juramento se trata de perjurio. Estas maneras de obrar contribuyen a condenar a un inocente, a disculpar a un culpable o a aumentar la sanción en que ha incurrido el acusado (cf Pr 18, 5); comprometen gravemente el ejercicio de la justicia y la equidad de la sentencia pronunciada por los jueces.

2477 El respeto de la reputación de las personas prohíbe toda actitud y toda palabra susceptibles de causarles un daño injusto (cf CIC can. 220). Se hace culpable:

— de juicio temerario el que, incluso tácitamente, admite como verdadero, sin tener para ello fundamento suficiente, un defecto moral en el prójimo;

— de maledicencia el que, sin razón objetivamente válida, manifiesta los defectos y las faltas de otros a personas que los ignoran (cf Si 21, 28);

— de calumnia el que, mediante palabras contrarias a la verdad, daña la reputación de otros y da ocasión a juicios falsos respecto a ellos.”

Ahora bien, se supone que ustedes como obispos deben cumplir con lo que establece nuestro catecismo. Para usted afirmar como verdaderas esas supuestas causas de la crisis le pregunto ¿usted se entrevisto con cada uno de los guarimberos para conocer el motivo de sus protestas violentas? ¿ustedes se entrevistaron con los líderes de las protestas? ¿en base a qué elementos de convicción ustedes afirman esas causas como verdaderas? ¿ustedes tienen pruebas de que las protestas violentas se deben a infiltrados? ustedes hablan de persecución judicial en contra de opositores ¿significa que quienes cometen delitos no deben ser llevados ante la justicia?

Y así podemos enumerar todas las afirmaciones que ustedes señalan en el panfleto, y las sostienen como verdad absoluta sin tener una sola prueba de todo lo que allí señalan. Sería interesante que algún ente u organismo les exija todas y cada una de las pruebas que sustentan vuestras afirmaciones. Porque si ustedes afirman todas y cada una de esas cosas sin tener prueba alguna, se constituye en una gran irresponsabilidad para quien se supone tiene un orden sagrado.

Luego en su escrito usted dice que detrás del plan de la patria “se esconde la promoción de un sistema de gobierno de corte totalitario, que pone en duda su perfil democrático”. Le hago las mismas preguntas ¿de dónde obtuvieron ustedes los elementos para hacer esa afirmación y sostenerla como verdadera?

Aparte de esas afirmaciones, ustedes allí señalan la promoción de un sistema de corte totalitario. Le pregunto ¿Quiénes los eligieron a ustedes para dar opiniones políticas en nombre de los católicos en Venezuela? ¿Quién dijo que a la Conferencia Episcopal le corresponde evaluar los niveles de democracia de los gobiernos en Venezuela?

Pero más aún, ustedes (directivos de la conferencia episcopal) quieren dar recetas de democracia en Venezuela ¿con qué moral pretenden ustedes dar recetas de democracia? si ustedes no saben de democracia ni la practican.

Pero bien, ya que ustedes pretenden dar lecciones de democracia, y se creen con la capacidad de evaluar las democracias, entonces hablemos de democracia.

En primer lugar, hablando de democracia, ¿Cuántos católicos de las diferentes diócesis y arquidiócesis ejercieron el derecho al voto para elegirlos a ustedes como obispos de dichas entidades? Esta pregunta me permito responderla, la respuesta es NINGUNO. Señor Diego Padron, usted no fue electo por los fieles a los cuales lideriza, entonces ¿cómo usted puede hablar de democracia si usted ostenta el cargo de obispo porque fue designado (puesto a dedo, como se dice coloquialmente) por el Papa. ¿no le parece a usted que una persona que ostenta un cargo por imposición no debe criticar a quienes tienen cargos por elección?

Y usted allá en si diócesis donde gobierna, porque ustedes los obispos ejercen funciones de gobiernos. ¿Usted convoca a elecciones para designar a los curas de cada parroquia eclesiástica? ¿o acaso los designa a dedo?, entonces, ¿de qué democracia pretende hablar usted?

 

Pero voy más allá ¿cuál es la forma de gobierno del estado vaticano? Según el mismo vaticano, la forma de gobierno del estado vaticano es una “monarquía absoluta” Y supongo que usted sabe muy bien que una monarquía absoluta es una forma de gobierno donde el monarca ejerce el poder absoluto y no existe división de poderes. Entonces ¿con qué cara pretenden ustedes hablar de democracia si la forma de gobierno que los rige es un absolutismo con poderes plenos en manos del que gobierna?

Y menciono la forma de gobierno del estado vaticano, aunque el vaticano no se está metiendo en estos asuntos. Pero es la forma de gobierno de toda la iglesia católica y en consecuencia, la forma de gobierno de cada una de las diócesis que ustedes gobiernan es absolutista y totalitaria. ¿O acaso los obispos no tienen el poder absoluto en sus diócesis?

 

Entonces, enumeremos algunos aspectos de la democracia:

1.Todos los cargos de dirección deben ser asumidos mediante elección libre. En el caso de ustedes los obispos no son electos, son impuestos a dedo.

2. En una democracia debe haber división de poderes. Mientras que los obispos ostentan el poder absoluto en su forma de gobierno.

3. En democracia existe la representatividad en base a elección popular. Ustedes los obispos pretenden ejercer una representación política sin que nadie los haya elegidos para ejercer tal representación.

Entonces, quisiera que usted me explicara de qué democracia pretende dar lecciones si usted no conoce absolutamente nada de democracia, porque no la practica.

Ahora bien, ya que ustedes obispos insisten en meterse en la política partidista, y también insisten en dar lecciones de democracia; entonces le hago una exhortación. Los católicos, y todos los venezolanos en general aceptamos la participación de los obispos de la conferencia episcopal como representantes de los asuntos políticos partidistas de la República Bolivariana de Venezuela, pero con una sola condición:

La única condición es que inmediatamente todos los obispos renuncien ante el vaticano a sus cargos de “gobernantes” de las diócesis y arquidiócesis (porque ustedes son gobernantes y no lo pueden negar), que renuncien a sus cargos y convoquen a elecciones libres y democráticas para elegir a cada uno de los obispos de cada una de las diócesis; pero que además se establezca la división de poderes en cada una de las diócesis, donde el obispo no sea el gobernante absoluto, sino que haya una división de poderes. Y luego, que todos los fieles católicos de Venezuela seamos convocados a elecciones libres y democráticas para elegir a los directivos de la conferencia episcopal venezolana.

Una vez que ustedes hayan cumplido con esa condición pueden, con propiedad, hablar de democracia y dar lecciones y recetas de democracia. De lo contrario les recomiendo, como fiel católico, que no se metan en asuntos políticos partidistas tal como lo manda el papa Francisco, tal como lo estipula el derecho canónico y se dediquen a los asuntos y problemas de nuestra iglesia, ¡que son muchos! Y que se solventarían en gran medida si, el tiempo que dedican a la política, se lo dedicaran a los asuntos propios de la iglesia.

 

 

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