Opinión

26.Jun.2023 / 10:59 am / Haga un comentario

Foto: Referencial

Una confesión internacional

Por Freddy Gutiérrez

¿Cómo están mis estimados camaradas? Les envío un saludo fraterno. Hoy me preguntaba: ¿Porque un expresidente puede decir abiertamente y sin aspaviento alguno, que si las circunstancias le hubiesen sido favorables se habría apropiado del principal recurso de subsistencia de un país… sin obtener consecuencias? Ah, es verdad, se me olvidaba que fue el mismo causante de diversas muertes y heridos en su país, cuando hizo el llamado de sus partidarios, al asalto del Capitolio estadounidense aquel 6 de enero del 2021 y tampoco pagó por las acciones que motivaron sus palabras.

Por ende, me pregunto otra cosa: ¿Qué personas pueden importarle a ese señor?

Pues bien, tal vez muchos de ustedes recuerden que, la semana pasada, Donald Trump, en una convención republicana en el estado de Giorgia, se refirió a la acusación contra él, sobre unos documentos secretos que hizo el Departamento de Justicia de su país, tildándola como una “cacería de brujas” o “un intento de dañar sus posibilidades de regresar a la Casa Blanca”, esto, mientras hacía campaña para intentar ser reelegido en un segundo mandato a partir de 2024”.

Pero también debemos hacer memoria cuando, Trump, entre los años 2017 y 2021 lanzaba sus improperios contra los principales líderes de nuestro gobierno, algunos que incluso sancionó a través del Departamento del Tesoro de EEUU, además que, en 2019, fue uno de los primeros países en reconocer al payaso de Juan Guaidó como “presidente interino” de Venezuela y para mantener la fiesta en paz, durante un buen tiempo nos aguantamos que se nos viera internacionalmente como un país de reinas de belleza, un gentilicio amigable y majestuosos recursos naturales con… dos presidentes.

Sin embargo, esta vez, los niveles de descaro fueron tales que, en su primer discurso público, tras su imputación por cargos federales de la cual salió, como decimos en Venezuela “caballo blanco”, expresó: “¿Qué les parece que ahora compramos petróleo a Venezuela? Cuando me fui, Venezuela estaba a punto de colapsar. Nos hubiéramos apoderado de ella, nos hubiéramos quedado con todo ese petróleo”. Acto seguido se refirió de forma despectiva a nuestro presidente Nicolás Maduro: “Ahora se lo compramos al dictador y lo hacemos más rico”… es decir, ¿EEUU no tiene por qué pagar por el petróleo que necesita el país norteamericano? De retruque, también atacó políticamente al presidente de su país Joe Biden. Pero, por si quedaban dudas, él mismo se encargó de aclarar por completo sus intenciones. El subtexto fue: ¿Para qué comprar? si podemos hacer lo que hemos hecho desde siempre de manera subrepticia: ¡Arrebatar! ¡ROBAR! De esta manera, el nivel de desfachatez de este republicano quedó en evidencia pública y notoria.

Estas declaraciones fueron un total revuelo en redes sociales por la indignación mundial que causaron sus palabras y que se pusieron peor con lo siguiente que dijo: “¿Sabían que su petróleo es horrible? Es basura”…“Necesitamos plantas para refinarlo”. Típico de los cara´e tablas, puesto que, lo que nuestro país produce naturalmente, no lo hemos podido transformar debido a las acciones hegemónicas de su país, que siempre han boicoteado cualquier intento de independencia económica por parte de nosotros. Es más rentable comprarnos por tres lochas el petróleo crudo, refinarlo ellos y vendérnoslo de vuelta tres veces más caro ¿o no? ¿Será por eso que, los EEUU creen que tiene el “derecho divino” de venir a Venezuela y apropiarse gratis de nuestro recurso? Para nadie es un secreto como se hizo millonario Trump: a través de transar con casinos.

Luego de este par de lamentables y vergonzosos acontecimientos por parte del copetudo, para quienes todavía puedan pensar “así es que se hace”, “tiene mano dura y va por lo que quiere”, “ese es el presidente que debería tener Vzla”, “este es de los míos”, “él va a saber hacer algo mejor con el petróleo” y tonterías por el estilo, procederé a darles una dosis Gramsciana (a decir de Antonio Gramsci) a ver si comprenden de una vez que Donald Trump NO es como ustedes y no les puede representar de ningún modo, porque desprecia a todo aquel no sea blanco-ario-estadounidense y… rico.

Antonio Gramsci, fue un pensador-político-antifascista, reconocido como uno de los autores italianos más citados y uno de los filósofos marxistas más célebres del siglo veinte. Uno de los conceptos más importantes expuesto por Marx y replicado por Gramsci de muchas maneras fue el punto de que hay que tener conciencia de clase.

Ambos pensadores intentaron que la gente comprendiera la realidad que ha quedado en evidencia desde tiempos inmemoriales: quien realmente TRABAJA y PRODUCE crea la riqueza de las sociedades y está EXCLUIDO de su aprovechamiento. (Favor leer de nuevo). Esto ha sido así desde siempre, pero, existen personas que piensan que por tener ciertas comodidades mínimas, un vehículo propio y poder comer fuera de su casa de vez en cuando, se sienten iguales al opresor que admiran, idolatran y hasta quieren votar por él. Han caído en la trampa de la propaganda de quienes les quieren así: ocupados, distraídos, sin reflexionar.

Y es que conviene recordar que, desde el siglo XIX, con la conformación de los sindicatos, es que se fueron logrando beneficios mínimos para los trabajadores, por cuanto anteriormente el trabajo era casi esclavo. Las conquistas laborales que conocemos, fueron producto de acciones socialistas que, a punta de sangre, sudor y lágrimas, hoy por hoy disfruta toda la humanidad. Por eso desde las más altas esferas hegemónicas no le dan tregua a ningún país que no comulgue con su visión de esclavitud y servidumbre perpetua. Todavía alguien puede pensar que ¿Nos quieren realmente libres?

Es tan absurdo lo que sucede a nivel mundial que se ha vendido la idea de que la “flexibilización laboral” es la base de un futuro capitalista (muchos la compraron) y ahora padecen la verdad. Quien carezca de medios de producción siempre será esclavo del que los posea. Por ello Venezuela por más recursos naturales que tenga, al no tener los medios para refinar o transformar lo que naturalmente la naturaleza le provee, siempre ha estado en una situación precaria. Ahora mucho más, debido a las miserias humanas de quienes sólo han pensado en robar al país para disfrute propio (espero me lean entre líneas) y por supuesto, gracias también a las sanciones. ¡Miserables todos!

Por supuesto, no hay que caer en la trampa de malinterpretar el consumo. Somos seres consumistas, por más socialismo en que vivamos. Pero una cosa es adquirir un bien entendiendo al beneficio real y constante que traerá para mi vida (una lavadora de ropa, me proporciona tiempo libre para poder trabajar o pasar más tiempo en familia) y otra muy distinta, comprar por comprar. Y es que las clases dominantes han impuesto un velo sobre nuestros ojos (la propaganda y las matrices de opinión). Estas son difundidas por todos los medios posibles, especialmente desde el artefacto de vigilancia que nos acompaña las 24 horas y del que ya no podemos escapar. Por vía del teléfono celular inteligente, se nos domina ¡y de qué manera! A tal punto de ceguera de valores hemos llegado que no hemos comprendido nuestro verdadero poder, pues, se nos ha hecho creer que no podemos ir en contra del sistema imperial (hegemón), tanto así que, muchos lo aceptan sin chistar y lo replican en familia para que autoimpongan a todas sus generaciones el cepo de la imposibilidad.

Conviene entonces conocer que, Gramsci definía la hegemonía como una relación entre coerción y consenso, donde el consenso se logra producto de la coerción física e intelectual del otro. Por ello la propaganda es tan efectiva, especialmente en mentes vacías que sólo se mueven por instinto.

En estos días vi un interesante video que hacía alusión a la satisfacción inmediata que se produce en nuestro cerebro debido a recibir los “me gusta” (likes) en redes sociales versus la plenitud que adquirimos cuando leemos un libro o meditamos. Con estas últimas acciones aprendemos a conectar con nosotros mismos, con la esencia de nuestro ser, atrapando las horas a nuestro favor. Pero eso no le agrada al capitalismo, porque si usted está feliz dedicándose tiempo a instruirse y reflexionar, no va a interesarse en comprar cosas y consumir sin medida.

La explicación científica de lo anterior ha quedado revelada, pues, por ejemplo, quienes construyen artefactos para la difusión de propaganda y publicidad siempre han conocido -a profundidad- la biología y psicología humana para poder dominar. Me explico: En el sistema nervioso actúan más de 40 neurotransmisores cerebrales (mensajeros químicos) que ayudan a la conexión entre neuronas, dos de ellos son: la dopamina y la serotonina. Al activar la dopamina uno obtiene satisfacción inmediata (mediante likes, ejercicio físico, compra de cosas) pero, en breve, se necesitará más y más pues su efecto es muy limitado; en cambio, al activar la serotonina (mediante meditaciones, la lectura o conectar con la naturaleza) la satisfacción que se obtiene es permanente.

De esta manera, me atrevo a decir que la dopamina es trabajada por el sistema capitalista que te incita a vivir en consumo permanente, lo que no te dice es que tendrás una insatisfacción recurrente al no poder adquirir todo lo que el sistema te dice que tienes que tener para vivir de manera hedonista y ser feliz (cien trajes y zapatos, viajes costosos, mansiones, carros de lujo, relojes de marca, comer en restaurantes todos los días, etc.); la serotonina la mantiene activada de manera constante el socialismo, pues este sistema te invita a pensar, a reflexionar, a estudiar, culturizarte y obtener logros personales en tu vida mediante el servicio permanente a los demás, practicar el altruismo y vida sana en comunidad.

En consecuencia, el socialismo une y el capitalismo divide. Bien lo decía uno de los políticos y militares más importantes de la antigua Roma, el Emperador Julio César: “divide y vencerás”. Frase que ha practicado con eficacia los EEUU, desde que existen. Luego que hacen eso te ofrecen su más acérrimo apoyo como aliado, te venden las armas y después al que resulte vencido le quitan ¡desde el cuero, hasta las plumas! Por ello, hay que permanecer alertas para detectar que es propaganda de lo que no es. Cuestionarlo todo.

Especial atención merece el fenómeno de la propaganda racista, la sexista y la fundamentalista, creada y planificada con el fin de mantener nuestras mentes ocupadas en lo que, difícilmente podamos hacer otra cosa distinta que sólo respetarnos los unos a los otros con el fin de sobrevivir mientras los ricos se “descosen” entre ellos para ver como logran imponer, de la forma más barata posible, su mal llamado Nuevo Orden Mundial. Recordé un principio bíblico que decía “no hagas a otros lo que no deseas que te hagan a ti”. Pero eso aplica únicamente para nosotros, para los que aún tenemos decencia y conciencia. Por ello, Gramsci decía que un país solo se puede cambiar desde la cultura. La nuestra es de la más pura resistencia de valor indígena. Aunque, a pesar de esto, nuestro pueblo no ha escapado de haber sido impregnado de una cantidad enorme de necesidades artificiales, por ello, no es extraño que nos cueste diferenciar cuales son las esenciales.

Conocer todo esto me ha permitido analizar como el trabajo del hegemón sin duda está bien hecho. Por lo que, ahora el trabajo nuestro como dirigentes consiste en formar, educar, plantear ideas realmente beneficiosas que se traduzcan en calidad de vida para nuestro pueblo, con el fin último de separarnos de todo cuanto signifique tener la boca más grande que el alma, como lo ha venido demostrando sistemáticamente Donald Trump. Sin embargo, conviene percatarnos de algo: no podemos únicamente fiarnos de que este señor actúa así sólo por ser una persona visceral. Pensar así puede significar caer en un reduccionismo puro además de subestimarlo. Como hemos visto, una cosa es la táctica y otra la estrategia, así que, francamente está difícil poder ver ambas al primer vistazo.

Se los comento puesto que, en un video subido en el año 2017 ya se exponía que Trump sugirió una guerra con Venezuela por petróleo. Se entrevistaba al respecto al ex director del FBI Andrew McCabe, quién quien para poder responder tuvo que aclarar su garganta. Dijo palabras más, palabras menos que no estaba metido dentro de la cabeza del presidente para saber exactamente qué intenciones tenía su comentario respecto a Venezuela y el petróleo, pero culminó con “esos fueron comentarios que nos preocuparon profundamente”.

La clave número 1 es: recordemos siempre que se nos muestra en los medios de comunicación lo que a las estructuras del poder les interesa que veamos. Todo está ya milimétricamente pensado desde hace décadas excepto como podríamos reaccionar (al menos por completo). Reservémonos entonces el beneficio de la duda, investiguemos bien antes de replicar informaciones y no confiemos ciegamente en nadie. A este nivel ya he podido comprender por qué luchar contra toda esa estructura se ha vuelto tan desgastante para todos (as). La mala noticia es: eso no va a mejorar. La buena: hay esperanza. Actualmente se vuelve imperativo para Latinoamérica crear nuevas relaciones sociales que nos permitan trasformar esta realidad autoimpuesta, por ejemplo, como se ha venido haciendo a nivel internacional con la conformación de los BRICS, donde nuestro Presidente Nicolás Maduro ya ha tomado la iniciativa de unirse.

La clave número 2: nuestro cerebro tiene la capacidad de reinventarse y reprogramarse.

INSTRÚYANSE, porque necesitaremos de toda su inteligencia,

AGÍTENSE, porque necesitaremos de todo su entusiasmo,

ORGANÍCENSE, porque necesitaremos de toda su fuerza.

(Antonio Gramsci, 1891-1937).

Escríbanme, los leo. Un abrazo fraterno para todos ustedes camaradas,

 

¡Hasta el próximo artículo!

@freddygutierrezgonzalez

 

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