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3.Ago.2017 / 04:25 pm / Haga un comentario

Chavismo

La identidad del chavismo, ese impredecible y gran misterio para los sociólogos y estudiosos de masas. Un pueblo asediado desde hace años. En todos sus espacios. Amenazado por las potencias más poderosas del planeta. «Si salen a votar por la Constituyente los invado», bramea Trump desde el Norte.

«No los reconoceremos», gritan sus lacayos en nuestras fronteras. Más de 100 días de violencia focalizada pero de dimensiones inhumanas que mantenía al mundo en vilo, que expectante asistía a toda esa dictadura mediática de tratar de hacer ver un país en llamas; la muerte mediatizada hasta la saciedad, cientos de asesinatos. Malandros, hampa, paramilitares, una insurgencia burguesa entrenada y armada recorriendo las calles imponiendo el terror. Una guerra sicológica que en su ferocidad y odio inmovilizaba la acción a la defensa. Esa era la estrategia: inmovilizarnos.

Recorrer los barrios de la Cota 905 el día de las votaciones me dio una muestra de lo que activaba sin mirar hacia atrás al resto del país chavista. En Ejido, Tovar y Ciudad de Mérida, ciudades bajo fuego de bandas al igual que Capacho Nuevo y Viejo, así como San Cristóbal, las imágenes de gente humilde pasando el río Torbes bajo el peligro de fuego paramilitar. El chavismo guerreando. Miles de amenazados en sus sectores en Caracas escapando hacia centros más seguros como La Rinconada o Hipódromo y votar allí.

Táchira

Los barrios de la Cota 905 estaban en la calle. Atendiendo al igual, al mismo. Organizando bajo sus códigos, dando información. «Llama a los panas de la línea de taxi. Que vayan a buscar a esa gente. Ellos están activos», escucho a una mujer de esas arrechas del barrio indicar por teléfono en medio de un desorden sabroso de colas llenas de madres con niños al hombro o de la mano, viejitos y viejitas buscándose en listas, personas en muletas o sillas de rueda buscando cómo votar, hombres ayudándolas y haciendo guardia y poniendo orden. La camioneta destartalada del soldador de uno de los barrios llega como con siete personas encaramadas en ella. Salen y llegan motorizados con uno o dos parrilleros que necesitaban transporte para llegarse a votar.

Esquinas de los barrios con sus puntos rojos tomando datos, haciendo listas. Pidiendo el Carnet de la Patria. Es la misma movilización desde la entrada del peaje en la Nueva Granada, subiendo por el Nazareno, las calles de San Miguel, La Farmacia, Villa Zoila, La Chivera, Barrio Nuevo, La Cancha, Las Escaleras. Es la misma gente de los barrios que meses pasados habían tenido que asistir al entierro de una de sus lideresas de los consejos comunales asesinada y quemada dentro de su propia vivienda arriba en el cerro por las bandas paramilitares armadas financiada por la derecha para imponer el miedo en sus escaleras. En una de las paradas de una línea de mototaxi se prende una discusión, de esas que son más chalequeo, jodedera: «Largo de aquí, escuálido de mierda, fuera. Cállate escuálido pobre, vete pal este», y porai se va la vaina de unos 15 motorizados que chalequean a uno de sus miembros que comenta algo en contra de la Constituyente.

Ocho millones y más como lo hicieron los de la Cota 905 respondieron en todo lo largo del país. Esos 8 millones y más ahora tendrán que escuchar o leer los más diversos análisis. De bolas, todos van a querer imponer una explicación que de hecho no consiguen. Usted escuchará o leerá que las imágenes, videos o testimonios son falsos, que salieron a votar los escuálidos (escuálido no vota por el chavismo, vale, entiéndanlo), que si el chavismo votó hasta cinco veces. No entienden. No logran ni lograrán descifrar al chavismo jamás.

Salimos a votar para defender una identidad, la que nos legó el Gigante: el chavismo.

Ah, por cierto, un datico que se les escapa a muchos: lo hicimos dos veces en un mes; ningún país del mundo ha hecho eso jamás. El 16 salimos y los barrimos. El 30 de julio le dimos la certificación. No podrán con nosotros.

http://misionverdad.com / Gustavo Borges

 

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