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9.Feb.2016 / 10:05 am / Haga un comentario

Foto: Archivo

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Es miércoles de ceniza y el pueblo de Naiguatá amanece con los preparativos de último minuto de los que será el Entierro de la Sardina, una especie de parodia colectiva en la que los lugareños le dicen adiós a los placeres de la carne, despiden el Carnaval y dan paso a la cuaresma.

Pero en Naiguatá el miércoles de ceniza no representa en absoluto aquel espíritu de arrepentimiento y reflexión que evoca la fe cristiana. No, no se parece a ninguna expresión religiosa registrada en ningún lugar del país.

Por el contrario, es una oportunidad para derrochar humor, con mucha de picardía, exhibir disfraces, escoger a la Reina de la Sardina (que siempre es un hombre) y hacer una falsa procesión religiosa por el luto de la Sardina fallecida.

Pero, ¿por qué una sardina?. En los tiempos de la colonia, todos los miércoles de ceniza los esclavos enterraban carne de cochino, como señal de renuncia a lo inmundo y pagano. Era morir a los vicios y pecados para consagrarse a Dios. Era una expresión cultural aprendida de los colonizadores.

A ciencia cierta, no hay registros precisos sobre cuándo dejó de enterrarse carne de cerdo para iniciar con pescado, representado en la sardina, pero el sentido de la ceremonia se mantuvo y la Sardina, escoltada por sus dolientes, enlutados por su muerte, la acompañaban en un recorrido fúnebre por el pueblo.

Este año, en horas de la tarde, del Consejo de Pescadores Artesanales saldrá el cortejo fúnebre detrás de la urna de la Sardina: Una especie de armazón rectangular de palos en cuyo centro pende una sardina de cartón, muy bien elaborada, y en los alrededores cables con frutas, hortalizas y tubérculos guindados, con lo que auguran que, renunciando al pecado, se multiplicarán las cosechas y la pesca.

Al frente va un falso cura, con su túnica y con una falsa biblia. En su mano un balde con agua, hielo y bebidas alcohólicas; en la otra, una brocha a manera de aspersorio, para rociar con el agua “bendita” a los falsos feligreses. Va acompañado de un monaguillo, falso también.

Las viudas de la Sardina son hombres disfrazados de mujeres, quienes lloran su pérdida.

De todas partes del pueblo, incluso del país, llegan personas disfrazadas con diferentes motivos, y acompañan la procesión. En el camino juegan, por última vez en el año, al Carnaval, bailan y toman, se lanzan pintura, harina, entre todo lo que esté al alcance de la mano.

Al final de la faena, la Sardina es lanzada al mar hasta que ésta desaparece al ritmo del tambor y la fulía.

Muchos fotógrafos del país, incluso internacionales, se suman a la muchedumbre para captar buenas gráficas y buenos ángulos de esta curiosa manifestación cultural, tan antigua como los Diablos Danzantes, que es visitada por más de 100.000 personas cada año.

Naiguatá es una población, capital de la parroquia homónima, ubicada al este del estado Vargas, en el litoral central del país. Tiene una población de unos 15.000 habitantes y se caracteriza por ser un pueblo afrodescendiente, alegre, dicharachero y celoso de sus manifestaciones que, por su cantidad, lo sitúan como uno de los pueblos del país como el mayor número de expresiones culturales.

Denys Silva AVN
 

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