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Por ahora, se mantiene cauta ante el desenvolvimiento de lo que suceda en el país ante los pasos en falso que provocara hace unos meses el pedido de aplicación de la Carta Democrática.
Esto se puede observar en la notable diferencia entre la convocatoria del antichavismo a desconocer el orden constitucional, y la prudencia del comunicado de 12 países de la región, incluido Estados Unidos, considerados sus aliados. En este texto diplomático se obvia la supuesta ruptura del orden constitucional denunciada por la MUD y la palabra más nombrada es «preocupación», en frases en las que se «reitera el llamado al diálogo nacional para resolver los problemas de venezolanos».
Muy a distancia del lenguaje beligerante de Ramos Allup y compañía.
Esta contradicción discursiva se puede explicar, quizás, por la falta de credibilidad del antichavismo, que el domingo denuncia la ruptura del hilo constitucional y califica al gobierno de Maduro como una dictadura. 24 horas después anuncia, junto a la delegación del gobierno, que a fin de mes inicia un proceso de diálogo con mediación de Unasur y el Vaticano en la que reconoce a Maduro como presidente, y el lunes a la noche se desdice de lo que anunció al mediodía para aparentar fuerza levantándose de la mesa del diálogo.
Y no es que sea sólo a falta de un plan propio, sino que también hay un contexto regional e internacional que le permite al chavismo un despliegue de envergadura para obligar al antichavismo a reconocer el orden constitucional o tomar un costoso e incierto atajo que lo deje peor parado de lo que se encuentra.
Los problemas del eje Miami-Bogotá y Madrid y la soledad de Almagro
Esta falta de articulación, sin dudas, se sincroniza con las elecciones en Estados Unidos, el naufragio de los diálogos de paz en Colombia y el proceso de investidura de Mariano Rajoy. Todos acontecimientos que obligan a que en estos tres ejes haya una concentración de recursos y de atención mediática que por su importancia no dan lugar a que un pataleo de la oposición venezolana sea empujado con mayor eficiencia desde atrás.
Lo paradójico de estos tres procesos es que en Estados Unidos se observa una increíble campaña y uso de poderes públicos para imponer a Hillary Clinton como presidente, en España un golpe a la cúpula del PSOE para que permitan la investidura de Mariano Rajoy y en Colombia una profunda crisis política mucho más aguda que la venezolana. Todos contextos en los que se reproducen y amplifican los mismos fantasmas de dictadura, falta de independencia de poderes y vulneración a la participación popular que le atribuyen a Venezuela.
Con esta debilidad manifiesta en los tres puntos en los que se han articulado las ofensivas contra Venezuela es que aparece el bate quebrado, perdón, el secretario general de la OEA, Luis Almagro. El único actor extranjero que termina por asumir una posición de beligerancia al clamar por sanciones contra Venezuela y calificar al gobierno de Maduro como una «dictadura». Lo que demuestra la auto anulación de Almagro como interlocutor válido, y el alcance del trabajo de Luis Florido, el presidente de la Comisión Exterior de la AN, a la hora de obtener apoyos en el extranjero para la agenda ultra.
Luis Florido, contrariando la agresividad con la que siempre actúa en contra del país, fue a la reunión de diálogo con el enviado del Vaticano. La foto no fue retuiteada por él ni por las cuentas de Voluntad Popular, para evitar contravenir lo que dijera en rueda de prensa horas más tarde: «no hay condiciones para el diálogo con el gobierno». ¿Si no hay condiciones por qué estaba ahí uno de los principales dirigentes de Voluntad Popular, sonriendo antes las cámaras?
Las amenazas del Mercosur
También se da la situación paradójica que presidentes como Mauricio Macri de Argentina, Pedro Pablo Kuczynski de Perú, y dictadores como Michel Temer de Brasil, estén también más preocupados por sus contextos internos y los fracasos rutilantes en sus frentes externos en algunos casos. El antichavismo les queda lejos y les molesta aún cuando se han manifestado a favor de apoyarlos.
Tal es así que Macri se preocupa por el reposicionamiento de Cristina Fernández de Kichner y la derrota política de su canciller en la ONU, Susana Malcorra. Kuczynski de su impopularidad y la corrupción de su país. Temer de la detención del expresidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, que puede derivar en un juicio político en su contra y su reciente fracaso en la última cumbre de los BRICS en la que no fue recibidopor el presidente ruso Vladimir Putin.
Ante este descalabro interno, la única reacción funcional es la amenaza de Macri de convocar a una reunión de urgencia del Mercosur para analizar la expulsión de Venezuela del organismo. Decisión que, como ya hemos dicho en esta tribuna, parece estar tomada por Argentina, Brasil y Paraguay para sacar a Caracas y avanzar en los acuerdos de libre comercio con Europa, Estados Unidos y los países de la Alianza Pacífico, sin que por eso puedan influir desde fuera en un cambio de régimen como les han pedido y para lo que constantemente se han postulado.
Debilidad ante el desastre interno que se ve en toda su dimensión cuando The Washington Post pide por favor que Estados Unidos, junto a Brasil, Colombia y sus países aliados, apliquen la Carta Democrática de la OEA, mientros estos países emiten un comunicado conjunto en el que no se nombra por ningún lado su pedido.
El posicionamiento de Venezuela y la anticipación a la jugada
Lo antes expuesto evidencia la falta de un plan externo efectivo y eficiente para influir y presionar desde afuera para darle oxígeno a su agenda interna, que se observa en toda su dimensión cuando la actual dinámica política venezolana los agarra descolocados y totalmente fuera de centro agudizando aún más su falta de coordinación. No se han sabido mover ni generar iniciativas viables que no respondan a acciones del chavismo, eso se nota en la administración del tiempo político por parte del gobierno.
En ese marco no es ninguna coincidencia que el intento de desconocer el orden constitucional por parte de la Asamblea Nacional se dé en sincronía con el reimpulso de la mesa de diálogo bajo la mediación de la Unasur -apoyada por la Unión Europea- y ahora del Vaticano. Como tampoco lo fue la visita el 6 de diciembre de los expresidente José Luis Rodriguez Zapatero, Martín Torrijos y Leonel Fernández para instalarlos como interlocutores válidos para este proceso que hoy empieza a caminar.
En ambas acciones se observa la persistencia en establecer una mesa de diálogo creíble a nivel internacional y local para encausar el conflicto bajo el orden constitucional, sin que eso signifique una presión adicional y una injerencia en el proceso para favorecer una agenda golpista, tal cual sucedió en la instancia de la OEA posterior al golpe de 2002. Lo que se observa en la descolocación del eje anti venezolano y el antichavismo ante este anuncio que los pone entre el diálogo y el atajo violento.
Sin darse cuenta, se quedaron encerrados en su propia trampa política, también macerada por el chavismo, y no hayan cómo salir sin tener altos costos políticos, ni dividirse como sucedió durante La Salida.
Misión Verdad