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4.Oct.2016 / 10:19 am / Haga un comentario

Foto: Misión Verdad

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La alta densidad con la que se vive la política en Venezuela a veces no permite refrescar la memoria sobre los errores cometidos por los dirigentes de la MUD. Pero lo hecho, hecho está.

Hoy esas palabras pesan más que como un yunque en el lomo de una dirigencia que derrochó el tiempo, no jugó con rapidez y unidad –como el momento lo requería- y cometió el error de subestimar al adversario y creerse con el poder político de Venezuela.

Lo cierto e innegable es que la legislación venezolana en términos electorales es clara y precisa: el proceso de referendo revocatorio dura 260 días u ocho meses, y puede alargarse en caso de existir impugnaciones por parte de las organizaciones políticas involucradas por falta de transparencia y/o vicios de nulidad durante cada una las fases establecidas.

Si la MUD de verdad quería que el revocatorio se realizara en 2016, debía actuar con rapidez y unidad el mismo mes de enero para aumentar sus probabilidades y cumplir con los requisitos y fases estipuladas por la ley. Ni el Consejo Nacional Electoral (CNE) ni el chavismo como organización política intervinieron o se dedicaron a la tarea de entorpecer la posibilidad de que lo hicieran. Actuaron conscientemente y sin presiones externas de las cuales pudieran quejarse.

No hubo la tan denunciada «persecución política» para evitar que pudieran hacer sus trámites con todas las garantías que ofrece el Estado venezolano.

Incluso si iniciaban los trámites requeridos por el CNE a principios de febrero, sus probabilidades hubieran sido altas de lograr que se realizara el revocatorio. Y si hubieran evitado cometer las ilegalidades durante la recolección del 1% de las firmas del padrón electoral, mucho más.

No sólo solicitaron el revocatorio de forma extemporánea, sino que fueron los principales garantes de viciar el proceso y construir una imagen negativa ante la opinión pública, factores que impacta negativamente en los plazos definidos por la ley y en los recursos legales e impugnaciones que pudieran extenderlos.

Dios los crea y ni el diablo los puede poner de acuerdo

Pero la MUD no es un bloque unitario, sino una comparsa deforme y poco sincronizada de agendas particulares.
Mientras cada fracción política delineaba sus propias estrategias –renuncia, enmienda y constituyente, ninguna con probabilidades de éxito – el tiempo se agotaba y el revocatorio no entraba ni siquiera en agenda. Ya habían perdido todo el mes de enero y consumían con alta cilindrada las sobras de febrero.

Henry Ramos Allup, dirigente principal del antichavismo, no es un caso particular: expresa, más bien, la desorganización interna, la falta de tino y de unidad, y de comprensión de los tiempos políticos para emprender una agenda común.

Textualmente durante una entrevista que le realizara el diario colombiano El Tiempo, el encargado de manipular la brújula política del antichavismo expresó: «(El revocatorio) Sí es engorroso. Basta con leer la Constitución para darse cuenta. Es una propuesta engañosa que se ve muy bonita, pero, cuando se empieza a ver el detalle, ves que es muy difícil de implementar».

El dirigente adeco remata con lo que él creía pertinente en menoscabo del instrumento del revocatorio: «El proyecto de enmienda me lo presentó (el partido) La Causa R hace unos cuatro días. A primera lectura me parece bastante bueno, pero, por supuesto, esa no es decisión de un partido o una persona, tenemos que conversarlo entre todos»

Y culmina pisándose la lengua: «Todos los sectores de la oposición han percibido la profundidad y la gravedad de la crisis porque hasta los más reticentes a buscar la salida dentro del lapso de seis meses ahora han dicho que hay que hacerlo de la manera más rápida. Ahora, el lapso de seis meses como que resulta largo».

Sonó la chicharra y no se vale pedir tiempo extra

Las indecisiones de la MUD, y su continua pérdida de tiempo en proyectos de ley contrarios a los intereses del país, explican por sí solas por qué la recolección de firmas se realizará a finales de octubre y en consecuencia posiblemente el referendo revocatorio durante el primer trimestre de 2017. Ellos mismos boicotearon los tiempos y colocaron en una situación límite la posibilidad de que se realizara este año.

Henry Ramos Allup picó adelante en febrero con la propuesta de enmienda –apoyándose en Causa R- para evitar ser arrastrado por la agenda de «renuncia» de Voluntad Popular y María Corina Machado y por la «agenda personal» –dicho por el mismísimo Diego Arria- de Capriles y Primero Justicia sobre el revocatorio.

En ese no ser arrastrado también se da aquel refrán de que el diablo sabe más por viejo que por diablo. Quizás si le hubieran prestado atención al adeco, que sabía muy bien las dificultades del revocatorio como mecanismo político y legal, hubieran fracasado por otras vías pero sin exponer tanto sus niveles de popularidad y legitimidad con respecto a sus bases.

Al solicitar el revocatorio en abril condenaron sus propias oportunidades. Henry Ramos Allup se los advirtió.

Pero las apariencias hay que mantenerlas. Y que Henry Ramos Allup se viera obligado que plegarse a un mecanismo engorroso y difícil de implementar, también se explica después del pisotón a Julio Borges: si Henry Ramos Allup aceptaba apoyar la ley de amnistía (agenda de Voluntad Popular), de igual forma debía apoyar la agenda del revocatorio (Primero Justicia y Henrique Capriles).

En ninguna de estas vicisitudes y dificultades a lo interno de la MUD, que explican a su vez por qué no habrá revocatorio en 2016, tienen que ver el CNE.

Misión Verdad

 

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