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19.Sep.2016 / 01:28 pm / Haga un comentario

Foto: Misión Verdad

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Pocas respuestas han tenido estas tan diversas y contradictorias posturas, antes de la explicación clara, precisa y contundente que dio el mismo presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro Moros, durante el acto de compromiso con diferentes actores empresariales que han aceptado la conveniencia de una alianza estratégica con el Gobierno y el Estado venezolano. Águila no caza moscas, y la explicación oportuna finalmente llegó de parte de quién debía darla, en tanto Jefe de Estado y de Gobierno.

Esto abre el espacio para algunas reflexiones necesarias sobre la razón política de esta decisión, derivada de la propuesta inicial que hiciera el propio Comandante Hugo Chávez en el año 2011 y que luego desarrolló como parte sustantiva de los cinco objetivos estratégicos del Plan de la Patria.

Comencemos por la actividad minera, que tantas inquietudes provoca por lo perniciosa que pudiera ser para la gente, los ecosistemas y la vida, como si esta actividad fuera un invento de la Revolución Bolivariana y nunca antes se hubiese practicado en Venezuela.

La historia de la humanidad refiere la minería como un salto cualitativo trascendente en la vida de la especie humana como consecuencia del uso de los metales; claramente se diferencian lo que los estudiosos llaman Edad de Piedra de la Edad de los Metales: esta última revolucionó la tecnología y la capacidad productiva de los pueblos. Mucho tiempo después, los metales vuelven a cortar la historia: la invasión del continente americano por parte de los europeos inicia un largo proceso referido como la búsqueda de El Dorado y América Latina financia, con su oro y con su plata, pasando por el Reino español, la Revolución Industrial de los ingleses y la Europa Occidental; aparece el mercantilismo y su base son los metales preciosos.

Durante muchos años la solvencia de los países se midió en razón de sus reservas de oro.

En el caso particular de Venezuela, la actividad minera -oro y diamantes- tiene unos quinientos años, particularmente en el estado Bolívar. Más recientemente, el proyecto bandera de los años 60 fue la explotación del hierro y otros minerales, vendidos a precios irrisorios a la Orinoco Mining Company, sin que nadie levantara un voz de protesta y así se fueron llevando el Cerro Bolívar; nos quedó una industria quebrada, hipotecada, que no será fácil reactivar.

Así, pues, no es la minería como actividad productiva que aprovecha los recursos propios de estos lugares tan particulares como el Escudo Guayanés, sino la forma y manera como la actividad se realiza; quién la promueve y a quién beneficia. Llevamos 500 años de minería en Guayana: ilegal, destructora, social y ecológicamente perversa, precisamente porque no había una clara direccionalidad política para el aprovechamiento de estos recursos, y su explotación se ha venido haciéndose de cualquier forma, con financiamiento de agentes y operadores externos, de contrabando desde y hacia los grandes centros financieros del mundo.

Esa es la razón por la cual, ahora que el Estado venezolano implementa una acción soberana, que permita y garantice un verdadero control sobre el patrimonio territorial nacional y sus recursos, se alzan las voces agoreras, preñadas de buenas intenciones pero pagadas por los grandes centros del capitalismo financiero.

Que el Estado venezolano institucionalice la actividad minera en el marco del Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social; le imponga direccionalidad política en el ejercicio pleno de la soberanía y promueva alianzas estratégicas con actores económicos nacionales e internacionales, no es más que romper el cerco financiero que nos han querido imponer como parte de la conspiración internacional, bajo el esquema del Estado fallido, la ingobernabilidad y la quiebra económica.

Difícil probar, más allá de la campaña mediática, que un país con las mayores reservas probadas de petróleo, segundo país del mundo con reservas probadas de oro y sexto con reservas probadas de coltán -sin contar con otras menudencias adicionales-, pueda estar en bancarrota.

Somos tierra de Libertadores, somos pueblo rebelde y solidario, somos gente de paz, somos revolución Siglo XXI, somos el Ecosocialismo en marcha, somos Tierra de Gracia.

Pa’lante es pa’allá.

Por: Manuel Briceño Méndez

Misión Verdad

 

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