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La jueventud del Partido Socialista Unido de Venezuela y autoridades de la Fundación Gran Mariscal de Ayacucho (Fundayacucho) celebraron este miércoles los 215 años del natalicio de Antonio José de Sucre.
El acto central lo llevaron a cabo en la Plaza Sucre, donde el presidente de Fundayacucho, Luis Berrizbeitia, ofreció unas palabras al pueblo allí reunido, ante el cual destacó las luchas independentistas antiimperialistas y de profundo arraigo latinoamericano que libró Sucre, junto a otros próceres de Venezuela.
"Todas esas gestas forman parte de nuestra Revolución Bolivariana que hoy está presente con alegría, con felicidad, para el pueblo", expresó.
Antonio José de Sucre y Alcalá, conocido como el Gran Mariscal de Ayacucho, nació en Cumaná el 3 de febrero de 1795 y fue asesinado en Berruecos, el 4 de junio de 1830.
Era hijo de una familia de tradición militar, siendo su padre coronel del Ejército realista. Es considerado como uno de los militares más completos entre los próceres de la independencia suramericana.
Fue un político, estadista y militar venezolano, prócer de la Oficial (general en jefe) del Ejército de Venezuela, Colombia y Ecuador, Gran Mariscal de Ayacucho (Perú); presidente de Bolivia; político y estadista.
Comenzó la campaña de liberación de Ecuador, que tuvo su culminación en la batalla de Pichincha, librada el 24 de mayo de 1822. Con esta victoria de Sucre se consolidó la independencia de la Gran Colombia, se consumó la de Ecuador y quedó el camino listo para la liberación del Perú, tras el retiro de San Martín. Sucre entró en Lima en 1823, precediendo a Bolívar.
Con las operaciones cuyas acciones se produjeron en las faldas del Pichincha y en Quito, Sucre decidió a su favor la vacilante y delicada situación de Guayaquil; dio libertad al territorio que conforma hoy la República de Ecuador y facilitó su incorporación a la Gran Colombia.
En el Alto Perú, junto con los líderes libertarios, fundó la República de Bolívar, después denominada República de Bolivia, en homenaje al Libertador, a quien encargó la redacción de su Constitución, la cual fue promulgada en 1826, bajo la premisa de ser ‘la Constitución más liberal del mundo.’
Asimismo, tuvo un destacado papel en la batalla de Junín, lo que aumentó su fama como valeroso estratega militar.
Fue el jefe del Ejército Unido Libertador, que derrotó a los realistas en la Batalla de Ayacucho. Debido al triunfo obtenido, Bolívar le confirió el título de Gran Mariscal de Ayacucho y Libertador del Perú, además le obsequió su espada más preciada y le colmó de honores.
Hoy sus restos son venerados por los ecuatorianos en la Catedral de Quito y en el Panteón Nacional de Caracas permanece abierto un monumento (cenotafio) en espera de que algún día pueda contener los restos del héroe cumanés.