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16.Abr.2009 / 12:05 pm / Haga un comentario

Prensa Latina.- El continente americano está integrado por 35 países, sin embargo a las llamadas Cumbres de las Américas asisten 34, ya que la política de Estados Unidos contra Cuba excluyó a la Isla de estas citas.

Desde la primera cumbre de Miami, en 1994, Cuba quedó al margen del mecanismo, que de hecho siempre priorizó los intereses de Washington hacia la región y no las prioridades y principales problemas que aquejan a la mayoría de las naciones del subcontinente.

El foro de Miami fue organizado por el entonces presidente norteamericano, William Clinton, con la marcada intención de revivir el sistema interamericano y lanzar el proyecto del Aréa de Libre Comercio para las Américas (ALCA), cuyo deceso fue decretado en la IV cumbre de Mar del Plata en 2005, año en el cual supuestamente debía entrar en vigor.

La referida exclusión es parte de la política de aislamiento de Estados Unidos contra la nación caribeña, que tuvo sus primeras manifestaciones en 1959, casi de inmediato tras el triunfo de la Revolución.

En fecha tan temprana como el 17 de junio de ese año, el canciller cubano, Raúl Roa, denunció en una reunión de la Organización de Estados Americanos (OEA) que se tramaba una conjura contra la Isla.

Dos meses después, se inicia en Chile la V Reunión de Consulta de Cancilleres de la OEA, promovida por Estados Unidos con el objetivo de condenar a la Revolución cubana.

La campaña de aislamiento se tornó más evidente en la VII reunión de la OEA en San José, Costa Rica, donde vibraron con fuerza las palabras de Roa.

El canciller afirmó entonces que Cuba asistía a la cita para lanzar de viva voz, sin remilgos ni miedos, su yo acuso implacable contra la más rica, poderosa y agresiva potencia capitalista del mundo, que en vano pretendía intimidar, rendir y comprar a su país.

"En resumen, porque no nos hemos resignado a morir quieren matarnos.

Pero no quieren matarnos por sí solos, sino que están reclutando cómplices, porque necesitan justificar su crimen ante la opinión pública de América para que nuestra sangre no los ahogue", afirmó Roa, considerado el Canciller de la Dignidad.

Encarando a los gobiernos del área les preguntó si estarían dispuestos a apoyar a Cuba en caso de una agresión de Estados Unidos y qué harían si prosiguieran las agresiones económicas contra la isla, que representaban un manifiesto menosprecio de la Carta de la OEA. Ante esa interrogante, el silencio inundó la sala.

La Declaración de San José dejó preparado el terreno para la expulsión de Cuba de la OEA. Cuando era inminente la aprobación del documento, Roa se retiró con su comitiva, pero antes dijo que los gobiernos latinoamericanos habían dejado solo a su país.

"Me voy con mi pueblo, y con mi pueblo se van también de aquí los pueblos de nuestra América", exclamó el diplomático cubano.

El 31 de enero de 1962, la VIII reunión de cancilleres de la OEA en Punta del Este, Uruguay, acordó expulsar a Cuba de la organización. En contra de la resolución sólo votó la isla caribeña. Se abstuvieron México, Brasil, Ecuador, Bolivia, Chile y Argentina, aunque mantuvieron una posición ambigua.

Estados Unidos cabildeó fuertemente para lograr el 75 por ciento de los votos necesarios para aprobar la resolución de separación, norma que fue extraída del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca y llevado al marco de la OEA para propiciar la sanción, dinámica violatoria de los procedimientos de la organización.

La delegación cubana denunció que la OEA era "incompatible con la liquidación del latifundio, con la nacionalización de los monopolios imperialistas, con la igualdad social, con el derecho a la educación, con la liquidación del analfabetismo… y en ese caso, Cuba no debe estar en la OEA".

En fecha más reciente, el presidente Raúl Castro parafraseando a José Martí, subrayó que antes de que Cuba entre en la OEA se unirá el mar del norte con el mar del sur y nacerá una serpiente de un huevo de águila.

"Nosotros no podemos… con norteamericanos o sin norteamericanos, ingresar a la OEA. Esa sigla debe desaparecer, es nuestra opinión", indicó el jefe de Estado.

La exclusión de Cuba del sistema interamericano devino un estigma para los países que la impusieron y la aceptaron, y de ellos, o de la mayoría de ellos, parece surgir la solución sin condicionamientos. A la postre, fue Estados Unidos quien quedó aislado en su política hacia la vecina isla.

En su reciente visita a China, el presidente venezolano, Hugo Chávez, señaló que en América Latina existe un nuevo escenario político, y consideró oportuno que las naciones del área reclamen la presencia de Cuba en el sistema interamericano, en la V Cumbre de las Américas, que tendrá por sede esta ciudad del 17 al 19 de abril próximos.

"Países pequeños se quedaron callados en cumbres anteriores… pero el nuevo mapa político es una garantía de que el tema será abordado", afirmó el mandatario, quien aseguró que exigiría que la Isla no sea excluida de estas reuniones.

La presencia de Cuba en las Cumbres Iberoamericanas, su ingreso al Grupo de Río, y su participación en otras organizaciones regionales evidencian el fracaso de la política de aislamiento diseñada por Washington.

En los últimos cinco meses más de una veintena de jefes de Estado y Gobierno de América Latina y el Caribe visitó la isla, 14 de ellos presentes en la cumbre Cuba-CARICOM en diciembre pasado.

De las 34 naciones que integran la OEA, sólo Estados Unidos y El Salvador no tienen relaciones diplomáticas con Cuba.

Empero, con el reciente triunfo del candidato presidencial del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, Mauricio Funes, el reestablecimiento de los vínculos de El Salvador con la nación caribeña parece a la vista.

El mapa político lo dice todo: el gran aislado es Estados Unidos.

 

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