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12.Oct.2009 / 07:30 am / Haga un comentario

La historia universal decretó el 12 de octubre de 1492 como el día en que se descubrió el continente americano. Como si antes de ese momento no existiera la inmensa fracción de tierra al otro lado del mundo, con sus montañas, ríos, llanuras, hielos, fauna y flora, pero, sobre todo, con su componente humano puro, nativo.

Como si antes de ser avistada por aquel grupo de expedicionarios no fuera continente, no fuera América, con cualquier otro nombre pero con toda su esencia.

Desde todo punto de vista se equivocaron. Porque además de no haber descubierto nada, la revelación que tuvo lugar en aquel entonces resultó por completo errónea, creyéndose que el territorio que se alzaba imponente ante aquellos ojos intrusos era la India, y entendiendo más adelante que se trataba de otra geografía inexplorada.

Fue así como entre desatinos y masacres, además de la discriminación de una cultura genuina, se llevó adelante un choque dantesco que hasta hace poco no fue sinceramente escenificado, y que devino en un proceso transculturizador que hasta la fecha se erige como pilar fundamental de la idiosincrasia americana.

Es ahora, luego de 517 años, cuando el autodescubrimiento adquiere verdadera dimensión humana y se produce, al menos en Venezuela, desde adentro hacia fuera y no al revés.

Entendiéndonos como un todo

En nuestro país no se puede entender la diversidad cultural ni lo pluriétnico desde una perspectiva que coloque a los indígenas versus el resto de los venezolanos, porque eso apoya la diferencia entre estas poblaciones originarias y las que no lo son.

En Venezuela, desde el 10 de octubre de 2002, por Decreto Presidencial Número 2.028, se conmemora el 12 de octubre de cada año el Día de la Resistencia Indígena y no el Día de la Raza.

El análisis histórico del 12 de octubre demuestra que no se trata de ninguna festividad. Podría significar una celebración para los europeos, a quienes la llegada a América les permitió conseguir productos que no conocían como la papa y el tomate, que ahora son universales.

En América también hallaron espacio para su excedente de población marginal, lo cual se tradujo en un desahogo demográfico. A Venezuela no vinieron la nobleza ni la realeza española, sino excluidos y pobres. Aquel "descubrimiento" significó también una posibilidad inmensa de acumulación de capital que fue la base de desarrollo de la industria en Europa.

Vino luego la independencia, un proyecto republicano. Los indígenas permanecieron excluidos, los negros también, los pobres seguían existiendo y se reinstalaron lo que fueron los antiguos mantuanos, grupo elitesco que gobernó en Venezuela y al que siempre le interesó enaltecer una fecha que reivindicaba un tipo de pensamiento neocolonial que celebraba lo exitoso de Europa frente a la masacre de nuestros pueblos originarios.

Venezuela: terruño variopinto

Pensar en el 12 de octubre de 1492 como único cimiento del mestizaje que hoy nos identifica como individuos completamente híbridos constituye un gran error. Si bien el origen de la fusión entre razas sí puede ubicarse en esta fecha, nuevos elementos se han sumado a esta receta multisápida que resulta en nosotros, los ciudadanos del siglo XXI, con mucho de todo lo que ha pisado este suelo.

Hay que considerar la corriente de migración a raíz de la Segunda Guerra Mundial. La venezolanidad que tenemos hoy se construyó en gran medida a mediados del siglo pasado, cuando aparece una cantidad importante de inmigrantes que empiezan a hacer del país territorio donde converge una multiplicidad de culturas.

El arraigo indio y la llegada de los africanos hace 500 años son elementos que no se pueden dejar de lado; no obstante, es preciso tomar en cuenta el componente de la migración europea, además de la segunda oleada, esta vez de suramericanos, producto de la inestabilidad política que tuvo lugar en países como Argentina, Chile, Perú y República Dominicana.

En consecuencia, el venezolano es flexible, recibe particularidades de otras culturas, las incorpora y las hace suyas. Tenemos lo indígena, lo negro y lo blanco y es muy difícil desligar una raza de otra en el producto final que hoy somos. Hay individuos que muestran rasgos más claros pero, en la generalidad, se pierden estas diferenciaciones.

Y es que el gran sustrato venezolano tiene una herencia europea que le es inherente pero también elementos indígenas originarios: rasgos fenotípicos, la forma de ordenación familiar y el esoterismo que convive con el carácter dogmático y religioso constituyen parte del follaje del milenario árbol genealógico que nos incluye a todos.

El reflejo de miles en un mismo espejo

Venezuela es un país de muchos atractivos, lo que atrajo grandes migraciones y propició la existencia de muchas colonias extranjeras, elemento que, aunado al mestizaje que inició aquel 12 de octubre, constituye la herencia cultural y fisonómica que hoy por hoy continúa fusionándose para dar lugar a lo que somos.

Es en este momento cuando nuestra herencia ancestral, ignorada y negada mediante un esfuerzo sostenido por imponer una "civilización" teñida en sangre, se sacude el polvo que la ha cubierto por años de silencio y se reivindica la resistencia de los pueblos indígenas, celadores de su legado, y se revaloriza el legado africano presente a lo largo y ancho del territorio nacional.

Se trata de reconocernos e identificarnos en nuestra diversidad cultural y humana, lo cual comporta un proceso de autodescubrimiento, de conocer y comprender producto de qué somos, entendiéndonos como individuos híbridos y complejos que conformamos una sociedad heterogénea.

ABN

 

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