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26.Jul.2015 / 10:31 am / Haga un comentario

Foto: Archivo

Prensa PSUV.- Comenzando la mitad del siglo 20 la isla de Cuba se encontraba en la miseria, la moral de su pueblo estaba ofendida, su historia falseada y su libertad secuestrada debido a la intervención de los Estados Unidos con la complacencia de gobiernos títeres y entreguistas. Estos hechos generaron una respuesta revolucionaria el 26 de julio de 1953, dirigida por el Comandante Fidel Castro, con el objetivo de derrocar la dictadura de Fulgencio Batista, allí se dio el punto de giro en la historia cubana que le pondría freno al saqueo y a la humillación, rescatando la esperanza y señalando el camino de la independencia.

Ese domingo por la madrugada un grupo de 165 jóvenes rebeldes conducidos por Fidel Castro, tenían la misión de tomar por Asalto el Cuartel Moncada en Santiago de Cuba y el cuartel Carlos Manuel de Cespedes en Bayamo, con el objetivo de derrotar la dictadura de Fulgencio Batista instaurada el 10 de marzo de ese mismo año.

Fidel Castro dirigió la toma del Moncada, “la mitad del grueso de nuestras fuerzas y la mejor armada, por un error lamentable se extravió a la entrada de la ciudad y nos faltó en el momento decisivo. Abel Santamaría, con veintiún hombres, había ocupado el Hospital Civil; iban también con él para atender a los heridos un médico y dos compañeras nuestras. Raúl Castro, con diez hombres, ocupó el Palacio de Justicia; y a mí me correspondió atacar el campamento con el resto, noventa y cinco hombres. Llegué con un primer grupo de cuarenta y cinco, precedido por una vanguardia de ocho que forzó la posta tres. Fue aquí precisamente donde se inició el combate, al encontrarse mi automóvil con una patrulla de recorrido exterior armada de ametralladoras. El grupo de reserva, que tenía casi todas las armas largas, pues las cortas iban a la vanguardia, tomó por una calle equivocada y se desvió por completo dentro de una ciudad que no conocían. Debo aclarar que no albergo la menor duda sobre el valor de esos hombres, que al verse extraviados sufrieron gran angustia y desesperación. Debido al tipo de acción que se estaba desarrollando y al idéntico color de los uniformes en ambas partes combatientes, no era fácil restablecer el contacto. Muchos de ellos, detenidos más tarde, recibieron la muerte con verdadero heroísmo”, narra Fidel Castro posteriormente.

Haydeé Santamaría, Mario Muñoz, Ramiro Valdés, José Suárez, Gildo Fleitas, Melba Hernández y Jesús Montané están en la lista de combatientes éste histórico día, este grupo de hombres y mujeres martianos convencidos de que “morir por la patria es vivir” batallaron durante unas horas transformadas en una eternidad llena de incertidumbre, donde la vida y la muerte se confunden envueltos en una nebulosa de sangre y humo, esa eternidad llena de instantes donde sólo la pasión patria puede convertir el horror y el dolor de la muerte en una gesta heroica, en un acto sublime y de profundo amor.

Al final del combate en ambos cuarteles los rebeldes son derrotados militarmente, muchos de ellos asesinados en una pelea desigual, además en el caso del cuartel Monacada, se había roto el factor sorpresa al ser avistados por una patrulla, iniciándose el combate antes de ingresar al Cuartel. 52 hombres fueron asesinados, otros 18 fueron capturados y el resto logró esconderse en casas del pueblo. La población al enterarse de lo ocurrido, se estremecía con la saña asesina con la eran perseguidos; muchos de los capturados fueron víctimas de toda forma de crueldad, torturados y posteriormente ejecutados, entre ellos Abel Santamaria.

Fidel Castro también memoró estos tormentosos hechos de la siguiente manera: “Conozco muchos detalles de la forma en que se realizaron esos crímenes por boca de algunos militares que, llenos de vergüenza, me refirieron las escenas de que habían sido testigos. Terminado el combate se lanzaron como fieras enfurecidas sobre la ciudad de Santiago de Cuba y contra la población indefensa saciaron las primeras iras. En plena calle y muy lejos del lugar donde fue la lucha le atravesaron el pecho de un balazo a un niño inocente que jugaba junto a la puerta de su casa, y cuando el padre se acercó para recogerlo, le atravesaron la frente con oro balazo. Al “Niño” Cala, que iba para su casa con un cartucho de pan en las manos, lo balacearon sin mediar palabra. Sería interminable referir los crímenes y atropellos que se cometieron contra la población civil. Y si de esta forma actuaron con los que no habían participado en la acción, ya puede suponerse la horrible suerte que corrieron los prisioneros participantes o que ellos creían que habían participado”.

Haidee Santamaria (una de las combatientes capturadas) recuerda lo que reflexionó desde en un cuarto de tortura después de escuchar la ráfaga que mató a su hermano Abel: “… desde aquel momento ya no pensé en nadie más, sólo pensaba en Fidel, no podía morir… Si Fidel estaba vivo, Abel y Boris, y Renato y los demás no habían muerto, estarían vivos en Fidel que iba a hacer la Revolución cubana y que iba a devolverle al pueblo de Cuba su destino”.

Fidel Castro había escapado pero a los pocos días fue capturado y sometido a juicio en octubre de ese mismo año junto a 27 combatientes. Durante este juicio, a todos les fueron negados los derechos a la defensa, y Fidel Castro fue declarado “enfermo mental” y fue trasladado a un cuarto en un hospital civil, hecho que obligó a escribir su famosa defensa “La historia me absolverá”, texto que salió de la cárcel con el esfuerzo de muchos militantes de la causa revolucionaria y fue difundido en el pueblo, a pesar de la fuerte censura que la oligarquía trataba de imponer. Allí, Fidel Castro expuso la propuesta revolucionaria que abriría el camino de liberación y dignidad de los y las cubanas, y constituyéndose en un líder que se empinaba lleno de heroísmo y visión, por medio de su defensa escrita, convirtió los acontecimientos del 26 de julio, en una victoria política indiscutible, siendo el punto de partida de una revolución que se metió en las entrañas del pueblo.

Fragmentos del texto “La historia me absolverá”:

“Si he tenido que asumir mi propia defensa ante este tribunal se debe a dos motivos. Uno: porque prácticamente se me privó de ella por completo; otro: porque sólo quien haya sido herido tan hondo, y haya visto tan desamparada la patria y envilecida la justicia, puede hablar en una ocasión como ésta con palabras que sean sangre del corazón y entrañas de la verdad”.

El líder revolucionario termina su defensa de esta manera: “Parecía que el Apóstol (José Martí) iba a morir en el año de su centenario, que su memoria se extinguiría para siempre, ¡tanta era la afrenta! Pero vive, no ha muerto, su pueblo es rebelde, su pueblo es digno, su pueblo su fiel a su recuerdo; hay cubanos que han caído defendiendo sus doctrinas, hay jóvenes que en magnífico desagravio vinieron a morir junto a su tumba, a darle su sangre y su vida para que él siga viviendo en el alma de la patria. ¡Cuba, qué sería de ti si hubieras dejado morir a tu Apóstol!”

“Termino mi defensa, no lo haré como hacen siempre todos los letrados, pidiendo la libertad del defendido; no puedo pedirla cuando mis compañeros están sufriendo ya en Isla de Pinos ignominiosa prisión. Enviadme junto a ellos a compartir su suerte, es inconcebible que los hombres honrados estén muertos o presos en una república donde está de presidente un criminal y un ladrón”.

El asalto al cuartel Moncada representó en un motor impulsor de la conciencia y abrió paso a la revolución Cubana, pero también al resto de las revoluciones en América Latina, ya que en el momento en que el mundo entero estaba bajo la sombra del neoliberalismo, desde una pequeña isla se demostraba que si era posible rebelarse contra el capitalismo e iniciar un proceso de liberación hacia el Socialismo.

Hugo Chávez 39 años después nos dio nuestro Moncada un 4 de febrero y pronunció su valiente “Por Ahora” que llenó de fuego nuestros corazones como lo hizo Fidel con  “La historia me absolverá”. Cuba y Venezuela somos un mismo pueblo, nosotros, los hijos de Bolívar y Martí asumiendo hoy la carga histórica que el universo pone sobre nuestras espaldas, hoy debemos continuar el legado del 26 de julio y el 4 de febrero, profundizando la construcción del socialismo.

 

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