Opinión

21.Nov.2016 / 04:51 pm / Haga un comentario

Por: Stella Lugo

Hace 59 años, los estudiantes de los liceos: Fermín Toro, Aplicación, Juan Vicente González, Andrés Bello, Razetti, Caracas y la escuela Miguel Antonio Caro decidieron organizar una jornada de protesta contra el gobierno de Marcos Pérez Jiménez, con la idea de activar la movilización del sector estudiantil universitario para luchar por las legítimas aspiraciones del pueblo. Efectivamente, estudiantes de la Universidad Central de Venezuela, se sumaron a la lucha y pronto las universidades del país se convirtieron en la vanguardia del pueblo en la calle para derrocar un gobierno que había cercenado los derechos democráticos.

La represión no pudo contener la fuerza movilizadora de la juventud. Cuenta Diego Salazar, entonces estudiante de medicina en la UCV, en su libro Los Últimos Días de Pérez Jiménez (1979), que aquel 21 de noviembre:

“«Sabíamos que en esa huelga nos jugábamos la libertad y la vida. Todos salimos en manifestación. La consigna era ¡Huelga, huelga! Llegábamos a los cursos y nos metíamos en los salones eufóricos, alegres, desbocados…

Sonaron unos tiros, pero a nadie alcanzaron y ya entre varios intentábamos desarmarlos dándole golpes con los palos y los pies. Y cuando nos dirigimos al rectorado ya éramos miles… Buscamos al rector de la universidad despojada hacía años de su autonomía para exigirle su renuncia.

De todas partes llegaron jaulas, camionetas, patrullas, y se bajaron cientos de hombres armados. Disparaban sus armas en todas direcciones. La retirada era indiscutible.

Y corrimos, unos hacia el hospital universitario, otros hacia la grama… Hubo muchos presos, no sé cuántos…».

Lamentablemente, ese hermoso movimiento revolucionario fue traicionado. Quienes asumieron la dirección política, una vez que Pérez Jiménez abandona el poder, entregaron al país a las decisiones de las transnacionales y el Pacto de Punto Fijo, sustituyó los manifiestos de lucha de un estudiantado y una dirigencia popular que aspiraba hacer realidad las transformaciones que les habían inspirado desde la muerte de Juan Vicente Gómez, sistemáticamente interrumpidas por quienes respondían a los intereses del capitalismo nacional y transnacional.

De las juventudes de AD, PCV, URD e incluso de Copei, surgió la mayor amenaza contra la regresión histórica que significó el puntofijismo. En Falcón, por ejemplo, surgió el mítico liderazgo de nuestro Chema Saher, quien siendo hijo de Pablo Saher, Gobernador adeco de entonces, llenó sus alforjas de ilusiones y tempestades para luchar como un combatiente más por la justicia social encarnada en la Revolución Continental que tuvo su faro de luz en la gesta libertaria encabezada por Fidel Castro en Cuba.

Es así que hasta que llegó el Comandante Hugo Chávez a la presidencia en 1999, el Movimiento Estudiantil transitó entre la resistencia y la lucha reivindicativa. La derecha consolidada en su proyecto partidocrático burgués, asedió las universidades, caotizó la educación básica y media para privatizarla y cortar de raíz cualquier posibilidad de emancipación revolucionaria desde las canteras del conocimiento.

Por el contrario, hoy a casi 60 años de la gesta del 21 de noviembre de 1957 ese mismo empuje, creatividad y compromiso de la juventud venezolana, tiene otras condiciones para desarrollarse y ha logrado avances muy significativos.

El Comandante Eterno, Hugo Chávez, nos enseña todos los días, que el deber de toda persona en ejercicio de gobierno es trabajar por el pueblo, y de ese pueblo, impulsar el protagonismo de la juventud y de las mujeres, tradicionalmente excluidas de toda posibilidad de desarrollo y que representan la garantía de la irreversibilidad de la Revolución Boliviana.

La política de atención a la juventud tiene en la educación uno de los principales bastiones de la inversión social. Hay que decir que las transformaciones iniciadas por el actual Vicepresidente Ejecutivo Aristóbulo Isturiz Almeida como Ministro de Educación se han consolidado para que hoy tengamos una juventud nacida en Revolución que ha recibido atención integral desde la primera infancia y tiene una amplia oferta para completar su formación gratuita, obligatoria y de calidad hasta el nivel universitario.

Las cifras son irrefutables: incremento de la matricula en educación inicial del 43% al 77%; en educación primaria del 86% al 93%; en educación media del 48 al 76%; de medio millón de estudiantes universitarios a dos millones seiscientos veintinueve mil estudiantes.

Además, esta juventud es cualitativamente muy superior a la juventud de toda la historia de la era republicana, fruto de un trabajo organizativo y formativo en la conciencia, respetando la manera de ser de personas que, el avance tecnológico y los medios de comunicación, los mantienen conectados con el mundo en tiempo real.

Es una verdadera gesta histórica el trabajo organizativo de la juventud venezolana y fundamentalmente, la juventud revolucionaria. Desde la creación de la Juventud del Partido Socialista Unido de Venezuela, el equipo de dirección que conduce Héctor Rodríguez Castro, que siendo un estudiante de Quinto Año de Derecho, desenmascaró el 7 de junio de 2007, en la Asamblea Nacional la patraña impulsada por una agencia publicitaria para intentar dividir la juventud venezolana, para iniciar un proceso que bien puede homologarse a la acción del 21 de noviembre de 1957.

La organización de la juventud tiene dos directrices fundamentales: la visión de género, fortaleciendo las oportunidades de participación, con lo que se garantiza el rompimiento del patriarcado que ha regido históricamente la dirigencia juvenil y política del país. El fortalecimiento del relevo: enfatizando en todo equipo de trabajo, la participación de las tres etapas que conforman esta generación: estudiantes de bachillerato, de educación universitaria; la juventud profesional y trabajadora para asegurar que, una vez cumplida la etapa cronológica de la juventud, el relevo de los equipos sea natural, profundizando la democracia protagónica respetando los códigos y la estética de la juventud del Siglo XXI.

Con profundo orgullo saludo a una hija de este proceso formativo, la falconiana Genifer Garvett, nacida y formada en Pedregal, municipio Democracia, quien asumió el pasado sábado 19 de noviembre, la presidencia de la Federación de Estudiantes de Educación Media, en sustitución de Carlos Quintero, quien ejerció esta responsabilidad desde el año 2014 y que ahora asume nuevos retos en su vida como estudiante universitario.

Esta organización estudiantil, impulsada por el presidente Nicolás Maduro, es un aporte fundamental al proceso formativo de la juventud, que en su momento de mayor creatividad canaliza sus expectativas a través de vocerías: integradoras, contraloras y activistas para que el transito progresivo hacia la ciudadanía activa que establece la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela conviertan en letra viva los medios de participación, que logo como ciudadanas y ciudadanos de pleno de derecho impulsen y consoliden los logros de la Revolución Bolivariana.

Genifer es la expresión de la democracia protagónica al ser electa por sus compañeras y compañeros de clase y su liderazgo ratificado en los procesos municipales, estadales y el III Congreso Nacional de la Federación, en el que participaron 400 delegadas y delegados de todo el país. Genifer es parte de la generación de oro que nos enorgullece en el deporte, las artes y la cultura, es la expresión de lo mejor del afirmativo venezolano. A ella no le hizo falta vivir en la cuarta república para saber que ese pasado jamás podrá camuflarse de futuro para revertir todo lo que hemos logrado. La naciente generación chavista tiene además el espíritu irreverente que les permitirá corregir nuestros errores y omisiones en la construcción del Socialismo Bolivariano.

Saludamos en Genifer a esta esperanza de la Patria Buena, que nos canta Alí Primera. Son más de mil lideresas y lideres que surgen de este proceso hermoso, conducido por un joven con cualidades excepcionales como Héctor Rodríguez Castro, quien nos enseña que el mejor liderazgo es el que se empeña en asegurar una generación de relevo que sea cuantitativa y cualitativamente superior a la que le tocó formar parte, productos de los sacrificios de la transición del sistema excluyente en el que transcurrió una parte de su formación.

Sumemos esfuerzos para garantizar que se mantenga la pureza, la creatividad, la esperanza y la espontaneidad de esta juventud, que es la garantía para “Defender, expandir, y consolidar el bien más preciado que hemos reconquistado después de 200 años: La Independencia Nacional”, tal como nos lo establece el Plan de la Patria, el compromiso de vida con el Comandante Eterno Hugo Chávez Frías.

Que vivan los estudiantes… Jardín de nuestra alegría

 

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